viernes, 9 de marzo de 2012

De "diablos rojos" a monjas de la caridad

Anoche en Old Trafford se vivió algo muy especial. Era una de esas noches futboleras en las que sabes que algo grande puede suceder, y así fue. Habían pasado más de 50 años desde que Manchester United y Athletic de Bilbao se habían enfrentado en competiciones europeas. Ya era hora de volver a vivir aquello.

Mientras el ManU se ha convertido en un equipo todopoderoso, con uno de los grandes presupuestos mundiales más elevados; con superestrellas que valen y cobran una fortuna; con un entrenador como Alex Ferguson que lleva casi treinta años en ese banquillo y han ganado todo lo ganable, el Athletic ha tenido que reinventarse año a año. Limitado por su filosofía histórica, los leones han tenido que pescar en País Vasco y alrededores, y sobre todo, mimar y cuidar su cantera, para confeccionar una plantilla competitiva año a año. Junto con Madrid y Barça es el único equipo que no ha bajado a Segunda División, lo que da cuenta del mérito de los rojiblancos, pues su presupuesto es nulo en comparación con éstos.



La llegada de Josu Urrutia supuso un cambio traumático en el club. Y es que Urrutia apostó por el argentino Marcelo Bielsa para entrenar al equipo, en sustitución de Joaquín Caparrós. Es decir, una filosofía completamente distinta. El juego directo, físico y de contragolpe que ha marcado la historia del Athletic, se veía "amenazado" por un entrenador al que le gusta el trato del balón, la posesión, el juego de ataque y alegre. No es de extrañar que Guardiola quisiera ficharlo para el Barcelona, cuando iba como director deportivo en la candidatura de Lluis Bassat.

Como todo comienzo, Bielsa lo pasó mal en los primeros partidos de la temporada. Los jugadores aún no se habían hecho a su filosofía, y en San Mamés se echaba de menos al práctico Joaquín Caparrós. Pero l0s resultados llegaron y el Athletic, sin hacer tampoco una campaña espectacular en cuanto a resultados, sí destacaba por su juego. Actualmente es quinto a un punto de Europa, pero es que la Liga del cuarto al antepenúltimo se mueve en una hoequilla de 11 puntos en la que dos victorias te acercan a Europa y dos derrotas te hunden en la tabla.

Con estas mimbres, y tras llegar a la final de Copa del Rey en la que se enfrenatará al Barça el 25 de mayo en el Vicente Calderón (decidirlo ha sido peor que un parto), llegaban los octavos de final de la Europa League, la antigua UEFA, cada vez más atractiva y emocionante. Si además, equipos tan poderosos como los dos de Manchester caían en Champions y tenían que jugar en la "hermana pequeña", el atractivo de la competición subía muchos enteros.


En Old Trafford había 8.000 aficionados rojiblancos, que no dudaron en acompañar a su equipo. Y los jugadores no les defraudaron. Desde el primer minuto los de Bielsa dejaron bien claro al segundo de la Premier, que no habían venido a ver Old Trafford de excursión, habían venido a ganar y a competir. El Manchester salió al campo como dormido, o esperando un rival más cómodo. Con el escudo no se gana. No obstante, fue Rooney quien hizo el primer gol del partido, tras un rechace de Gorka a un disparo del Chicharito Hernández.

Pero el Athletic, lejos de venirse abajo ante semejante rival y en ese estadio, siguió a lo suyo: a mantener el balón, a tocar, a triangular. El Manchester United se limitaba a correr tras el balón. El empate llegó al filo del descanso cuando Susaeta colgó un balón desde la banda derecha para que Llorente lo rematara de cabeza. Imparable para De Gea, que evito un escándalo para los suyos.

La segunda parte fue un recital de los vascos, que humillaron y dieron una lección de fútbol a los "diablos rojos". Hubo momentos en que parecía un rondo de entrenamiento de la cantidad de veces que tocaban el balón, y no un partido de la máxima exigencia. Si encima tus seguidores gritan tanto que parece que juegas en tu casa, es imposible no venirse arriba. El segundo gol del Athletic, fue una jugada de combinación perfecta donde hasta cuatro juagadores tocan el balón al borde del área, culminado con un pase magistral de Muniain (llamado a ser una estrella en esto del fútbol), que De Marcos remata, todo hay que decirlo, ligeramente adelantado. El gol no era justo, pero el resultado sí.



El ManU, completamente superado, vio como su Teatro de los Sueños se convertía en el Teatro de las Pesadillas. En el 89, esta vez Muniain, que merecía el gol, llegó a un rechace e hizo el tercero, entre otras cosas, porque la defensa de los ingleses se confió, o porque estaba exhausta. 1-3, y la eliminatoria estaba inmejorable. Pero los grandes, si por algo destacan, es porque su pegada y sus estrellas les permitan crear peligro aún cuando parecen moribundos. El United se encontró con un penalti ya en el tiempo añadido. San José toca el balón con la mano y el árbitro señaló la pena máxima, que Rooney no falló. 2-3.


A pesar de que la eliminatoria está más abierta de lo que merecía, el Athletic puede irse orgulloso a casa. Porque la lección de fútbol que Bielsa le dio ayer a un cariacontecido Ferguson se recordará para siempre, pase lo que pase en la vuelta. Jugando así, los rojiblancos no deberían preocuparse. Por cierto, si Guardiola no renueva, el Barça debería mirar a Bilbao para sustituirle, aunque eso es otra historia. La historia la hizo ayer el Athletic, donde convirtió a unos diablos rojos en monjas de la caridad.  

Dani Medina

No hay comentarios:

Publicar un comentario