sábado, 28 de abril de 2012

El adiós al Pep


No por no ser esperada (pues se sabía que Guardiola tenía la idea de no prolongar su estancia en el banquillo culé durante muchos años), la renuncia del Pep a continuar como entrenador del F.C. Barcelona ha resultado menos impactante para el fútbol español.

El laureado técnico azulgrana argumentó ayer en multitudinaria rueda de prensa, con varios miembros de la plantilla incluidos, que su adiós ha venido motivado por el desgaste, y que después de estos cuatro años al frente del primer equipo se ha vaciado, y necesita llenarse.

Según el ex míster culé, la decisión estaba tomada desde el pasado septiembre, y así le fue anunciada al presidente Sandro Rosell poco después.

Uno puede entender que la presión que viven los entrenadores de los clubes europeos más exigidos es muy grande, y que ningún proyecto, por importante que haya sido, puede librarse del resentimiento. Con todo lo que este grupo ha conseguido, se entiende que la ambición del técnico y de los jugadores por ganar pueda verse claramente mermada; que las relaciones humanas puedan pasar por momentos más fríos (del técnico hacia sus jugadores y mandatarios) y que, como se ha visto, la categoría futbolística tampoco ha sido la misma que en campañas previas. Son factores que contribuyen a decantarse por una decisión de esta naturaleza, y si Guardiola la ha tomada será porque cree que hace más bien que mal a su club.

El legado de Guardiola en cuanto a títulos obtenidos es inigualable para el periodo de tiempo que ha dirigido al equipo, una cúspide para nuestra competición. Ni más ni menos que 13 copas (3 Ligas, 2 Champions, 1 Copa del Rey, 3 Supercopas de España, 2 Supercopas de Europa y 2 Copas Intercontinentales) le contemplan. Y la rúbrica puede llegar el próximo 25 de mayo en el Vicente Calderón. Sería una despedida a la altura.

Pero más allá de eso, lo que el aficionado recordará con admiración serán las cotas de gran fútbol logradas por el Pep en su perfeccionamiento del modelo barcelonista. La máxima expresión del fútbol creativo, de toque, de participación colectiva, de competitividad, de sacar el máximo rendimiento a tus hombres (él ha sido fundamental para exprimir todo el pontecial de Messi y ayudar a convertirle en el mejor jugador del mundo), de solidez defensiva y atacante, por encima de hitos de excelencia balompédica similares logrados por Johan Cruyff o Frank Rijkaard en la misma casa.

El nivel del fútbol alcanzado por el Barça con Guardiola al frente, sobre todo en su primera y tercera temporada, ha sido elevado por gran parte de los analistas y aficionados a lo más alto, y como tal permanecerá en nuestra memoria.

Me quedo además con otro aspecto. A pesar de que alguna vez se sobrepasó en protestas o reproches (más con la sangre caliente en el terreno de juego que desde la sala de prensa), Guardiola ha desplegado un comportamiento ejemplar en cuanto a corrección, sensatez y reconocimiento hacia los demás. Su imagen pública ha sido la del modelo de lo que debe ser un deportista íntegro, con el respeto y la coherencia como ejes. Eso, viniendo de un hombre que lo ha ganado todo, es difícil de ver. Y como tal le honra.

El impacto de la noticia en el extranjero contribuye a que los españoles nos hagamos una mejor idea de la dimensión de la figura de Guardiola en este periodo. La pasión por nuestros colores puede nublar nuestra capacidad de análisis en ese sentido pero, pese a rivalidades futbolísticas, nadie puede negar, ni siquiera el madridista más recalcitrante, que su trabajo  ha marcado una época. De hecho, muchos de esos seguidores resoplan por lo bajinis agradeciendo que su bestia negra abandone el barco y sueñan con un nuevo ciclo de dictadura blanca.

El futuro inmediato de la institución pasa por Tito Vilanova, un hombre criado igualmente en la Masía y que ha acompañado al Pep desde que entrenaron al Barça B en Tercera División. Parece lógico pensar que el modelo potenciado y mantenido por Guardiola tendrá una continuidad natural en la figura de Vilanova. Las diferencias concretas deberán ser apreciadas con el tiempo.

Guardiola ha demostrado que no es obligatorio ser una veterano de los banquillos ni experto en la alta competición para dirigir a un club grande. Más allá de eso, se trata de ajustarse a la idiosincrasia de la institución, empaparse de su historia, conocer la plantilla y categorías inferiores, mantener un perfil conciliador y, a partir de esa base, dar los pasos oportunos para crecer. No es nada sencillo, pero los que éramos escépticos cuando se anunció su llegada al banquillo azulgrana nos damos cuenta ahora de que él era el hombre.

Queda por saber si será capaz de adaptarse a otro fútbol y otras filosofías en próximas etapas que, habrá que esperar aún para confirmarlo, emprenderá en el futuro.

miércoles, 18 de abril de 2012

El espíritu de Juanito... otra vez


El Real Madrid, tras perder 2-1 en la ida de las semifinales de la Champions frente al Bayern, debe volver a encomendarse a su eterno 7 para darle la vuelta a la eliminatoria. Tendrá que tirar de esos tópicos de la "casta" y la "épica" y del famoso "miedo escénico" del Bernabéu. En Alemania no hizo los deberes y le toca jugársela en el examen final. Va a ser verdad eso de la "bestia negra" y de que Alemania no se le da especialmente bien a los blancos. Actualmente, cuando los de Mourinho son tan superiores en presupuesto y en calidad de la plantilla, tampoco ha podido ser. Fue un partido feo y ramplón, donde ninguno de los dos equipos quería arriesgar demasiado. Pensando en el partido de vuelta y en mantener la portería a cero. El centro del campo ha estado de más, y sólo algunos jugadores han sabido llevar peligro a la portería contraria.

Heynckes decidió jugar a la contra y poblar el centro del campo para incomodar al Madrid, y dejó que el peligro de los germanos fueran por las bandas, con Ribéry, Robben y Lahm llevando todo el peso del ataque. La primera jugada de peligro fue del Madrid, cuando Benzema recibió en profundidad de Özil, y su disparo dentro del área lo desvió Neuer a córner con una gran intervención. Alemania y el Bayern tienen portero para muchos años. Pero el fútbol, ya se sabe, es caprichoso y el primer gol fue para los bávaros. A la salida de un córner, Badstuber baja el balón (puede que con la mano) y Ribéry remata desde casi el punto de penalty. Luiz Gustavo estaba en posible fuera de juego y entorpeciendo a Casillas para ver la jugada, pero aquí no nos quejaremos del árbitro.

El Bayern se encontraba con su partido soñado, y el Madrid tenía que remontar. Tras el gol, los de Heynckes se vieron con espacios, más cómodos y salieron rápido en las contras. El Madrid lo intentaba, con CR7 lanzando alguna falta que previsiblemente acabó en las nubes. Los blancos no trenzaban ninguna jugada colectiva, se limitaban a subir el balón y a encomendarse a los de arriba. Benzama estuvo especialmente bien durante el encuentro, moviéndose por todo el área y llevando el peso del equipo.

Ya en el segundo tiempo, los de Mourinho consiguieron empatar. Özil remata en línea de gol tras un pase de Cristiano, al que se la había puesto el omnipresente Benzama. 1-1 y la eliminatoria estaba encarrilada. El problema es que los merengues lo sabían y se confiaron. El Bayern les estaba haciendo un traje por las bandas. Si no era Ribéry, que sacó de quicio a Arbeloa, eran Robben y un inspiradísimo Lahm por la derecha, que desesperaban a Coentrao. Mario Gómez el "español" del conjunto germano, traía de cabeza a Casillas con sus remates dentro del área.

Xabi Alonso y Khedira se limitaron a defender. Ninguno de los dos llevó la manija del equipo. Hubo momentos en los que el Madrid jugó a pelotazos, contento con haber hecho el gol que necesitaban fuera de casa. Alonso vio la amarilla y puede perderse la final (si los blancos llegan) en caso de ver otra en el partido de vuelta. Ramos pudo ver la roja en una entrada salvaje a Müller, por detrás y sin balón, que se quedó en amarilla. Webb estuvo especialmente condescendiente, pues el sevillano debería haberse ido a la calle.

Incomprensiblemente, Mourinho cambió a Özil por Marcelo, dejando en el campo a Coentrao, que parecía el duodécimo jugador del Bayern. Lo de este jugador no tiene nombre. Costó 30 millones y no sirve ni para defender ni para atacar. Fue un capricho personal de Mourinho, no sabemos si por orden o sugerencia de su amigo y agente Jorge Mendes. Coentrao no tiene nivel para un Real Madrid, mucho menos para ser titular. El portugués, durante la presente temporada, ha dado más que hablar por la foto en la que se le ve fumando que por su buen juego, que es inexistente. Que se quede con su paquete de Marlboro, pero que no intoxique al Madrid.

En los minutos finales, el ínclito Coentrao se rompe la contura ante Lahm, que centra para que Mario Gómez, un tipo de casi dos metros, remate a bocajarro ante Casillas y haga el segundo para el Bayern. No sabemos si Mou le tomará la matrícula a su compatriota como hace con otros jugadores (sobre todo si son españoles), pero su alineación y su falta de ambición son también culpables de esta derrota. Mourinho es especialista en salir demasiado conservador en los partidos de ida, valorando más no recibir goles que anotarlos. Una filosofía impropia del Madrid, que mereció perder, pues, aunque tuvo en cómputo global más ocasiones que su adversario, no remató el partido cuando pudo hacerlo.

Con 90 minutos por delante, y siendo el poderoso Real Madrid el que se juega en su casa el pase a la ansiada final, no podemos desconfiar de este equipo. Pero el sábado hay un partido decisivo contra el Barcelona, ya veremos cómo llegan los blancos el miércoles a este encuentro. Habrá que invocar a Juanito, quizás él tenga la receta para llegar, de nuevo, a Múnich.