domingo, 27 de febrero de 2011

Oscar 2010. Y finalmente, los actores y la película


Un poco a contrarreloj, vamos con las categorías que nos quedaban por analizar en este especial: las de interpretación y la cumbre, la mejor película del año.

* Interpretaciones principales:

- En actor, los nominados son James Franco (127 horas), Jeff Bridges (Valor de ley), Jesse Eisenberg (La red social), Colin Firth (El discurso del rey) y Javier Bardem (Biutiful).

Tanto Franco como Eisenberg son dos actores aún jóvenes que, pese a la calidad de sus interpretaciones, pueden ver mermadas sus opciones debido a su "divino tesoro".

Por su parte, Bridges y Firth fueron ambos nominados el año pasado y ahora repiten. Para mí son los dos grandes favoritos por encarnar a dos personajes de personalidades contrapuestas: un oficial seguro de sí mismo (aunque alcohólico y en decadencia) y un rey inseguro, tartamudo e inspirado en un personaje real.

Éste parece el momento de Colin Firth. El actor británico, que se encuentra en el cenit de su trayectoria, ya pudo haber triunfado el año pasado, pues la crítica elogió su papel en Un hombre soltero, pero parece que será esta vez cuando le llegue el reconocimiento definitivo gracias a su esforzado trabajo en El discurso del rey. Un personaje además, el suyo, muy del gusto de la Academia.

Por último, Javier Bardem es consciente de que sus posibilidades son casi nulas. Tras ser premiado hace tres años como secundario por No es país para viejos, esta nominación suena como un reconocimiento en sí, más para una interpretación en español. Pero siempre es meritorio estar ahí y hay que alabar su pericia y saber hacer.

- Respecto al Oscar a la mejor actriz, las candidatas son Annette Bening (Los chicos están bien), Natalie Portman (Cisne negro), Jennifer Lawrence (Winter's bone), Nicole Kidman (Rabbit hole) y Michelle Williams (Blue Valentine).

Aquí, el pescado lo corta Natalie Portman. Se ha llevado casi todo lo llevable en los premios precedentes, y su compleja interpretación en Cisne negro ha sido saludada como una de las mejores de los últimos años. No sólo se valora el esfuerzo físico de encarnar a una bailarina de ballet, también la intensidad que aporta a su personaje (y quizá también el hecho de salir bien parada bajo la batuta del autodefinido "dictador" Darren Aronofsky).

En definitiva, que tiene casi la estatuilla en la mano. Aunque Annette Bening (en su cuarta nominación) también ha sido premiada esta temporada y pide ya un reconocimiento a gritos. El regreso de Nicole Kidman también ha sido alabado (aunque le perjudica tener ya un Oscar) y las jóvenes Lawrence y Williams seguirán dando que hablar en el futuro, quizá no ahora.

* Categorías de interpretación de reparto:

- Los candidatos al mejor actor secundario del año son Christian Bale por The fighter, Jeremy Renner por The town, Mark Ruffalo por Los chicos están bien, John Hawkes por Winter's bone y Geoffrey Rush por El discurso del rey.

En este caso, quien despunta es Bale. Ha ganado el Globo de Oro y ha obtenido las menciones de las asociaciones de mayor rango. Su papel es muy premiable (un ex boxeador adicto al crack), aparte de que el hombre hace un gran trabajo, camaleónico como pocos, y su nombre es popular gracias, sobre todo, a su encarnación de Batman-Bruce Wayne en la nueva trilogía del hombre murciélago.

Si alguien se le puede equiparar en galardones este año es el australiano Geoffrey Rush (ganador del Oscar como principal en 1996 por Shine y nominado después por Shakespeare in love y Quills). Rush rinde a un gran nivel en El discurso del rey, no flaquea en ningún momento en su duelo con Colin Firth y está a punto, incluso, de robarle la película. Un trabajo digno de premio.

Los otros nominados son el semidesconocido John Hawkes, el cada vez más en forma Mark Ruffalo (secundario visto antes en multitud de películas como Olvídate de mí, Collateral, Zodiac y Shutter Island) y el nominado el año pasado (por la ganadora En tierra hostil) Jeremy Renner.

Una terna de nominados competente y de calidad.

- Finalmente, en cuanto a los actores, las actrices de reparto nominadas son Amy Adams y Melissa Leo por The fighter, Hailee Steinfeld por Valor de ley, Helena Bonham Carter por El discurso del rey y Jackie Weaver por Animal Kingdom.

Leo (nominada hace dos años como actriz principal por Frozen river) es la favorita, tras haber sumado la mayoría de premios incluido el Globo de Oro. Sin embargo, no es descartable la sorpresa. La propia Melissa puede haber dinamitado sus opciones tras haber tomado la cuestionable decisión de desvincularse de la campaña de promoción de su película y hacer la guerra por su cuenta. Hasta el punto de que en los medios que recogen los "For your consideration" se han publicado anuncios de la Leo con su cara de haba, vistiendo abrigos sofisticados y con el lema "Consider".

No sólo eso. En un par de intervenciones ha menospreciado a la niña Hailee Steinfeld (calificándola como "esa cosa que sale en Valor de ley"). Los votantes tienen su corazoncito y son la suficientemente susceptibles para hacer pagar a Melissa por sus esperpentos. Y lo probable es que la que salga beneficiada sea la propia Steinfeld, que demuestra mucha madurez y matices en su papel (más principal que secundario) para este western de los Coen. Hasta el último momento habrá incertidumbre con este sobre.

Tampoco es descartable que a Bonham Carter la beneficie el tirón de El discurso del rey y se vea respaldada por su prestigio y trayectoria para resultar ganadora.

Las otras dos aspirantes, Adams (en su tercera nominación) y la australiana Weaver, se quedan a verlas venir.

* Mejor película:

Llegamos al Oscar más codiciado y deseado, el que hará figurar al filme designado en las antologías y enciclopedias, el que todo el mundo está esperando.

Las 10 aspirantes son La red social, El discurso del rey, 127 horas, Winter's bone, Toy story 3, Valor de ley, Cisne negro, The fighter, Origen y Los chicos están bien.

El camino parecía liso y llano para La red social. Todos los premios previos habían sido para ella (las asociaciones de críticos más importantes y el Globo de Oro). Hasta que el sindicato de directores premió a Tom Hooper y el de productores optó por su filme El discurso del rey. Muy pocas veces, los Oscar no coinciden con estos galardones en apariencia menores, pero en la práctica casi decisivos. Así pues, las cosas se han apretado entre ambos filmes por el Oscar máximo.

Los premios de la Academia de Hollywood llegan más reñidos que en años precedentes a su recta final. La competencia será grande y la noche, muy emocionante. Los que la vamos a disfrutar, la saludamos.

(Vídeo: todas las ganadoras de la historia. Gran documento).

jueves, 24 de febrero de 2011

Oscar 2010. Los directores

Vamos con una de las categorías más importantes de estos premios, aunque quizá tenga menos repercusión para el gran público, que suele fijarse más en los premios actorales. Este año, si todo sale según lo previsto, debería ser la gala de La Red Social, y por lo tanto David Fincher parte como el claro favorito a hacerse con este galardón.

Recordemos que Fincher ya fue nominado hace dos años por la sobresaliente El curioso caso de Benjamin Button, pero en aquella edición perdió en favor de Danny Boyle. No obstante, como ya dije, este es SU año. Para empezar, ya va siendo hora de que la Academia premie a uno de los mayores talentos de Hollywood. Un hombre que todo lo que toca lo convierte en oro, y no en el sentido monetario del término, sino en el sentido de que sus películas son de una calidad asombrosa. Estamos ante uno de los realizadores más dotados visualmente, capaz de dar una atmósfera muy personal a todas sus películas. En La red social, vuelve a mostrar sus cualidades contando una historia a modo de flashbacks, con un montaje vertiginoso y donde el ritmo no decae en ningún momento. Sabe ser sobrio y clásico cuando lo hostoria lo requiere, y virtuoso y efectista como el que más si se lo propone. Un genio que si no gana en este edición (ya digo, muy difícil que no sea así, pero siempre puede haber sorpresas), ganará tarde o temprano.

El caso de Darren Aronofsky es diferente. En esta edición parte con muy pocas opciones de levantar la estatuilla por Cisne Negro, y no porque el film no tenga calidad, que parece que está gustando mucho, sino porque su final no está a la altura del resto del metraje.

Y la verdad es que no sorprende que este señor pueda haber desbarrado en la parte final de Cisne Negro, pues es de esos realizadores que tienden al exceso y al efectismo más hueco y superficial. Uno de esos "autores" a los que les gusta estar por encima de la historia que cuenta. Exceptuando la magnífica El luchador, narrada de manera clásica sin renunciar al estilo, el resto de su filmografía, aunque interesante, tiende más al videoclip (en el peor sentido de la palabra) y al histerismo. Podría ser muy grande si se moderara, y ya veremos qué nos depara en un futuro. Es su primera nominación al Oscar, y si los académicos no lo remedian, tendrá que seguir esperando.

Primera nominación también para el siguiente de los nominados, Tom Hooper. Bien, lo primero que sorprende de este director es su horrenda nariz, pero el lector estará de acuerdo en que aquí hablamos de cine y no de los rasgos físicos de los protagonistas.


¿Tenía yo razón o no? Bueno, el señor Hooper es el segundo favorito a la estatuilla, puesto que su película, El discurso del rey, está subiendo como la espuma en las apuestas. Tan es así que algunos se atreven a verla como ganadora, aunque yo me niego a pensar que esto sea cierto. Este inglés llega a los Oscars con una corta filmografía en cine (es éste su segundo largometraje), pero dilatada experiecia en televisión, como la prestigiosa serie John Adams.

El discurso del rey
es una película histórica, muy bien ambientada e interpretada, y con una realización muy sobria. Un buen trabajo, que no obstante, y a mi juicio, está llevándose demasiadas alabanzas. La historia de cómo Jorge VI consigue superar sus problemas de tartamudez con la ayuda de un profesor con métodos poco ortodoxos, no dejaría de ser un interesante telefilm de no ser por el trabajo de sus dos extraordinarios actores principales, Colin Firth y Geoffrey Rush. Veremos si los académicos se dejan fascinar por los planos con gran angular que abundan en la cinta.

Otro de los nominados con una corta filmografía es David O. Russell, que opta al galardón por The Fighter. Es su primera nominación a estos premios y desde ya aseguramos que sus opciones de subir al escenario del Kodak Theatre son nulas.

Lo más desstacado de la carrera de este cineasta es Tres Reyes, aquélla película sobre la Primera Guerra del Golfo con George Clooney y Mark Whalberg. No obstante, su fama en Internet se debe más a una disputa con la actriz Lily Tomlin durante el rodaje de Extrañas coincidencias.



Director solvente y visualmente interesante, sus películas no han terminado de cuajar en taquilla, y es con seguridad The Fighter la cinta que mayores alabanzas está recibiendo de las que ha rodado. La historia de dos hermanos, uno boxeador en ciernes que quiere ser alguien, y su hermano, adicto al crack que un día fue un mediocre púgil, es un buen entretenimiento, pero la realidad es que tampoco cuenta nada que no se haya visto mil veces en una pantalla de cine.

Por último, y desde luego no por ello menos importantes, están los hermanos Coen, que últimamente empiezan a ser asiduos a esto de pasearse por la alfombra roja. Se sabe que ambos producen, escriben y dirigen, si bien Joel aparecía como director y Ethan como productor. Con Valor de ley han vuelto a despertar el interés de la Academia, si bien en 2008 fueron los absolutos triunfadores de la gala con No es país para viejos, y mucho me temo que aún está demasiado cerca aquella ceremonia como para que estos dos hermanos vuelvan a llenar sus vitrinas.

Valor de ley es un western a la antigua usanza, pero ni de lejos lo más destacable de su filmografía. Muchos empiezan a pensar, y puede que con cierta razón, que estos dos hermanos están algo sobrevalorados, y que hagan lo que hagan siempre saldrán los aduladores de turno diciendo que es una obra maestra. En cualquer caso, la realidad es que son dos grandes cineastas, que escriben sus películas y que se atreven a tocar desde la comedia más disparatada (El gran Lebowski, la que para mí es su absoluta obra maestra), el drama (Fargo), o coger un género tan en desuso como el western y convertirlo en un éxito de crítica y de público, ya que en USA su recaudación ha pasado ampliamente los 100 millones de dólares.

Y si estos seis son los elegidos para competir por la estatuilla dorada, no quiero terminar este artículo sin referirme al gran ausente, Christopher Nolan. Su Origen a pesar de ser una película entretenida, muy trabajada y desde luego, nada desdeñable, no deja de ser una película de acción contada de una manera distinta. Muchos quisieron ver una obra de arte, el súmum del cine, pero la realidad es que es tan entretenida como vacía. La dirección es estupenda, y seguro que Nolan tarde o temprano acabará arrasando en una ceremonia, pero para eso tendrá que esperar. Quién sabe, tal vez su Batman 3 pueda darle la gloria que tanto ansía, aunque una peli de superhéroes siempre será un handicap a la hora de optar a un Oscar. Y a lo mejor, el hombre o mujer designado para dar el premio a la mejor película lee mal el sobre y dice Origen. Todo puede pasar en los Oscars.

Dani Medina

Oscar 2010. Guiones y Película extranjera


Este año, de las 10 nominaciones que caben en los apartados de guión (tanto original como adaptado de un material anteriormente publicado o producido), 9 corresponden a los libretos de filmes nominados en la categoría de mejor película. La única que no ha encontrado correspondencia es Cisne negro, con lo que la nueva propuesta paranoica de Darren Aronofsky ha visto como sus opciones de convertirse en la triunfadora de la noche caían en picado.

Aun así, no todo está perdido. Titanic (1997) arrasó sin haber visto nominado su guión, y el anterior precedente data de 1965, cuando se dio el mismo caso con respecto a Sonrisas y lágrimas.

* Guión original:
- Origen.
- El discurso del rey.
- Another year.
- Los chicos están bien.
- The fighter.

El guión que ocupa el puesto en teoría reservado a Cisne negro es el de Another year, el nuevo drama del inglés Mike Leigh (aspirante en este apartado por las anteriores Secretos y mentiras, Topsy-Turvy y El secreto de Vera Drake) que arremete con otra propuesta sobre las relaciones familiares. Díficilmente se hará con el galardón, ya que la película no consta en más categorías y no ha recibido menciones reseñables en la carrera de premios.

Así que la contienda queda pues entre Origen y El discurso del rey (Los chicos están bien y The fighter parecen en un segundo plano). En un principio se daba casi por hecho el Oscar para Origen, pero el auge crítico y la popularidad que acompaña a El discurso del rey sitúan al filme británico en la primera posición. Tanto si gana como mejor película (algo que se podría ratificar con este premio) como si no lo hace (en ese caso, este Oscar podría ser una buena compensación) resulta difícil pensar que este triunfo se le pueda escapar.

De todos modos, los apoyos a la original y enrevesada historia de Christopher Nolan no son pocos. La traslación al papel de este complejo relato es sin duda un trabajo esforzado y de artesanía, y muchos pueden ver este momento como el ideal para premiar a uno de los directores de más popularidad actualmente y que más beneficios reporta a la industria.

* Guión adaptado:
- La red social.
- Toy story 3.
- Winter's bone.
- Valor de ley.
- 127 horas.

En este caso, el premio parece tener un ganador definido: Aaron Sorkin, guionista y productor de prestigio, nunca antes condecorado y cuyo trabajo para La red social (a partir del libro "The accidental billionaires", de Ben Mezrich) ha recibido elogios unánimes.

Sin embargo, por aportar algo de suspense, algunas corrientes apuntan a que Valor de ley, de los Coen, ha ido creciendo en estimación y que puede arañar más galardones de los que se le presuponen en la noche del domingo. Las críticas han sido muy positivas respecto a la adaptación de la obra que ya fue llevada al cine en 1969 por el director Henry Hathaway, un trabajo que supuso el único Oscar en la carrera del vaquero por antonomasia: John Wayne.

De haber una alternativa a Sorkin, sólo se me ocurre pensar en ésta. Todo lo demás sería un cataclismo.

* Película extranjera:
- Canino: Grecia.
- Biutiful: Méjico.
- Incendies: Canadá.
- Fuera de la ley: Argelia.
- En un mundo mejor: Dinamarca.

Nos encontramos ante la categoría que más sorpresas ha deparado en los últimos años. Dar una ganadora por seguro es casi un suicidio, porque lo que más ha ocurrido en la última década es que las películas a priori triunfadoras se quedaron con un palmo de narices (desde Amelie, en 2001, ante la serbia En tierra de nadie, hasta La cinta blanca que, pese a haber logrado el año pasado la Palma de Oro en Cannes y el Globo de Oro, se quedó compuesta y sin Oscar ante El secreto de sus ojos).

Igualmente resultaron muy llamativos los chascos de La clase (Francia) y Vals con Bashir (Israel) en 2008, postergadas por la japonesa Departures, y la victoria el año anterior de la austriaca Los falsificadores ante el supuesto poderío de trabajos comandados por prestigiosos directores como el polaco Andrej Wajda y el ruso Nikita Mikhalkov.

Así pues, pueden ocurrir cosas muy interesantes. Para empezar, quizá sea este Oscar el del reconocimiento definitivo a Alejandro González Iñárritu, realizador mejicano nominado al Oscar al mejor director hace cuatro años por Babel y que ahora puede saborear las mieles del triunfo con Biutiful. A la película, una dramática historia sobre la inmigración ilegal rodada en Barcelona, le beneficia estar encabezada por Javier Bardem, nominado a mejor actor por su papel de padre enfermo terminal, y el hecho de que Iñárritu sea ya bien conocido por el staff hollywoodiense.

Tampoco hay que escatimar las opciones de la danesa En un mundo mejor, pues se hizo con el último Globo de Oro de la categoría, o de la canadiense Incendies, un drama basado en hechos reales ambientado en el Líbano que fue premiado por su guión en la Seminci de Valladolid y que ganará apoyos en los votantes con simpatías hacia el país vecino.

Por otro lado, en esta categoría nos encontramos con una rara avis: el filme griego Canino, una película destroyer y a contracorriente cuya nominación hace pensar que la mentalidad de los académicos puede estar abriéndose a nuevas propuestas. Cualquiera que tenga una ligera idea del argumento de esta película puede constatar esta observación.

Y no nos olvidemos de la quinta en discordia, la argelina Fuera de la ley. La lotería en que se ha convertido la categoría de mejor película de habla no inglesa le puede tocar a cualquiera.

(Vídeo: todas las nominaciones importantes a los premios de este año).

miércoles, 23 de febrero de 2011

LOS INSÓLITOS CICLOS DE CINE DE OSO II: Deportes de mentira

Rollerbal y otros

Decía en mi anterior entrada que el fútbol y el cine, salvo honrosas excepciones, no han sabido entenderse del todo. Por eso, apenas se hallan verdaderas grandes películas sobre este deporte que tantas pasiones levanta. Sin embargo, no ocurre así con otras disciplinas. Es más, las películas y el deporte en general, siempre se han llevado muy bien. Hay cientos de ejemplos para demostrarlo, hasta el punto de que podría hablarse de la existencia de un subgénero cinematográfico de tipo deportivo, donde conviven toda clase de pautas comunes y tópicos.

Y a través de esa relación tan positiva, el cine incluso se ha atrevido a fantasear con el deporte, llegando a crear disciplinas de nuevo cuño, que han hecho soñar a miles de espectadores. De eso es de lo que vengo a hablar hoy, de deportes ficticios mostrados en la gran pantalla, los cuales, muy posiblemente, jamás se convertirán en una realidad, por mucho que les pese a algunos.


Si hay que empezar por un título, ése es Rollerball. Y no me refiero al malogrado filme de John Mctiernan, sino al clásico de Norman Jewison que protagonizó James Caan en 1975. El futurista y brutal deporte que da nombre a la película es algo así como el juego definitivo y el perfecto reflejo de una civilización decadente. Una disciplina en la que el fútbol americano, el hockey y las motos se dan la mano, sólo puede ser una apuesta ganadora, de cara a crear emoción y espectáculo. Y así ocurre con el propio filme, una película ganadora que se destapa como un dignísimo divertimento con grandes dosis de crítica social.

Siguiendo con los deportes de equipo, podría detenerme, por ejemplo, en Baseketball, filme pequeño y menospreciado, de los creadores de South Park y que me despierta altas simpatías. Se trata de otra película en la que un deporte falso es el objeto principal de la trama. En esta ocasión, y como sugiere su nombre, el "baseketball" es una fusión entre baloncesto y béisbol, por incoherente que parezca esta unión. Aún así, surge una disciplina totalmente plausible y realista, a pesar de las absurdas normas que la rigen.

Entre sus características, destacan los psicofallos, unas jugarretas amparadas en el reglamento, con las que se puede despistar al contrario para que falle el lanzamiento de una canasta y que son, sin duda, el gran descubrimiento del filme. Así, un psicofallo sería el equivalente al clásico "¡falla!" que se suele gritar al rival para que cometa un error (¿quién no lo ha hecho?), sólo que aquí está permitido travestirse, desnudarse, mentar a la madre del contrario y hacer todo tipo de guarradas. Para que os hagáis una idea, en el siguiente vídeo os muestro uno de los mejores psicofallos:



No tan ficticio es el dodgeball o balón prisionero, un deporte al que todos hemos jugado alguna vez y en el que se centra el filme Cuestión de pelotas. ¿Y por qué incluyo esta película en el reportaje? Pues porque en torno a este deporte tan minoritario, me consta que nunca se ha desarrollado una liga profesional con tantos medios y repercusión como la que se muestra en pantalla. Por lo demás, la cinta es una fallida gamberrada de Ben Stiller y compañía, bastante olvidable. Los únicos gags que funcionan son aquellos que involucran a invitados sorpresa, como David Hasselhoff o Chuck Norris. Tan prescindible que apenas recuerdo nada de ella.

Hasta aquí, las películas citadas se adscriben al antes mentado género deportivo (Rollerball quizá menos), siguiendo todas ellas una estructura común en la que los protagonistas van ascendiendo y consolidándose en sus respectivas carreras deportivas, a la vez que tratan de compaginar su ejercicio profesional con las dificultades de su vida personal.


Ya con el deporte ficiticio como elemento secundario de la trama y por tanto, fuera del género deportivo, una referencia imprescindible es el famoso quidditch. Este archiconocido deporte nació de la pluma de J.K. Rowling dentro de la saga literaria de Harry Potter y ha sido reflejado en la gran pantalla con resultados espectaculares. Incluso hay quien se ha atrevido a llevarlo a la práctica en el mundo real, aunque, evidentemente, sin escobas voladoras de por medio.



Una suerte de ¿rugby? en el aire, que, en opinión del que suscribe, cuenta con una normativa un tanto discutible y ridícula. Y es que mientras los miembros de cada equipo se "esloman" marcándose puntos los unos a los otros utilizando la pelota principal, dos jugadores llamados "buscadores" (uno por equipo) compiten tratando de dar caza a otro objeto esférico. Esa otra bola es la snitch, un balón mágico bastante escurridizo, que se pasea por el escenario a su libre albedrío. El buscador que atrape la snitch multiplica exponencialmente el marcador de su equipo, y el partido se acaba.

¿No resulta absurdo? Según esto, los esfuerzos del resto de jugadores no sirven prácticamente de nada cuando un buscador atrapa la snitch... Incomprensible. Si se quiere entender mejor este deporte, la propia J.K. Rowling sacó a la venta un libro donde se explican detalladamente la historia y las normas que lo rigen, titulado El quidditch a través de los tiempos. Sólo para fanáticos completistas.



Starship Troopers  mostró otro deporte del futuro, o más bien, la evolución del fútbol americano, donde se juega en un campo más reducido, las piruetas están a la orden del día y las protecciones se reducen prácticamente a un casco que ni siquiera cubre la cara. Entre los fans, este juego es conocido como Starship Football y sus señas de identidad son la violencia y contundencia de sus cargas y golpes, como no podía ser de otro modo en una película de Paul Verhoeven.



El mundo animal también posee sus propios deportes de ficción. Es lo que enseñó el filme Fantastic Mr Fox, donde los zorros, cuando no son molestados por las personas, desarrollan una vida no tan diferente de la nuestra. Esa vida incluye la práctica del Pegabate, un béisbol zorruno un tanto surrealista, el cual da lugar a un acertado gag, además de revelarse como vital para el desenlace de la trama. Como curiosidad, en el Pegabate, en lugar de una pelota, se utiliza una piña ardiendo y el bate es sustituido por una pala con pinchos. Ideal para practicarlo en la escuela.

Pero el deporte, igualmente puede ser de tipo individual y no tiene por qué involucrar a pelota alguna. Aquí es cuando se expande el abanico de largometrajes con disciplinas deportivas fantásticas.

Podría discutirse largo y tendido sobre si la competición mostrada en Perseguido (The Runnning Man), es un deporte o sólo un espectacular concurso, pero la normativa que lo rige y su ejecución, invitan a pensar que sí podría ser considerado como tal. En este juego, los afortunados participantes deben recorrer un escenario del tamaño de una ciudad, mientras son perseguidos por una galería de estrafalarios asesinos, a cada cual más carismático y original que el anterior, siendo este muestrario de psicópatas lo mejor del filme con diferencia.


Donde hay menos discusión sobre la naturaleza del ejercicio practicado es en el llamado "Trepando en busca de dólares", una variante de la escalada que proporciona uno de los momentos más divertidos de Perseguido. En este juego, los participantes deben subir una cuerda para llegar hasta un fajo de billetes. Pero el camino no será fácil, ya que tendrán que enfrentarse a todo tipo de trampas prácticamente imposibles de superar, en forma de dobermans hambrientos o gases corrosivos. Lo dicho, descojonante.


Asimismo, con la muerte como centro del espectáculo está el megatruño Deporte Mortal (Deathsport), producción setentera de Roger Corman y protagonizada por David Carradine, que se confirma como una descarada exploitation de Rollerball (el plagio del poster es de traca) con reminiscencias de La Carrera de la Muerte del año 2000. En esta infrapelícula se combinan las motos y las armas, con el objetivo de que los jugadores ejecuten a sus contrarios de la forma más salvaje imaginable. A pesar de mi debilidad por el cine-basura, aún no he disfrutado de esta delicatessen, pero tarde o temprano lo haré. Si deseáis más información, pasaros por aquí: http://yulifero.blogspot.com/2010/01/deportes-mortales-ping-paff-boum-bang.html

Llegados a este punto y habiendo nombrado obras como Perseguido, Rollerball o Deathsport, es importante señalar una característica común de los deportes futuristas: la brutalidad. Esa obsesión que tiene la ciencia ficción por mostrarnos el futuro como algo desolador, decadente y carente de moral, se traslada a las competiciones deportivas en forma de violencia, sangre e incluso muerte, en lo que sería un claro retroceso a los inicios de los espectáculos de masas, con los Juegos Romanos como principal referente. Espero que nunca se tenga que llegar a eso... O a lo que viene a continuación:






El jugger. Ehh...Un momento, ¡si ya se ha llegado! Por ahí he leído que este deporte, nacido en la película La sangre de los héroes, se juega hasta en España y además hay torneos y campeonatos bastante profesionalizados. Y si aún no ha salido en los periódicos, es porque quienes lo practican en la vida real lo hacen con armas de PVC, no como en el filme...

Tras el estreno de la película australiana que protagonizase Rutger Hauer en 1989, el jugger se comenzó a jugar en Alemania a comienzos de los noventa y desde allí, frikis de todas partes lo han ido extendiendo por el mundo. Su mecánica es sencilla y se basa en machacar a palazos al contrario, mientras se marcan goles con una pelota en forma de calavera. Enteraros de todo en la wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Jugger


Pero volvamos a los deportes individuales, que es en lo que estaba. Si se acepta The Running Man como un deporte, hay quien diría que lo mostrado en la japonesa Battle Royale también lo es. Pues sí, ¿por qué no? El battle royale es un juego de supervivencia donde se suelta a varios estudiantes en una isla, con la intención de que se maten los unos a los otros hasta que sólo quede uno con vida. Un instructivo juego de intenciones muy loables, ya que, según lo expuesto en la película, con el Battle Royale lo que se pretende es dar una lección a los jóvenes y corregir su vandálica actitud.

Si aceptamos tan disparatada propuesta, lo que se encuentra en este largometraje es un recomendable entretenimiento, que en algunas ocasiones pierde el norte, pero que merece la pena por las surrealistas situaciones que se van sucediendo y, sobre todo, por disfrutar de la incómoda presencia de un malnacido hijodeperra de pelo rojo que se las hace pasar putas a los participantes.


Con la caza considerada como deporte, también convendría hablar de la caza de humanos. Aquí es donde entran películas como El Malvado Zaroff o su posterior versión noventera Blanco Humano, aquel filme de Jean Claude Van Damme donde los cazadores son asesinos y la presa la constituyen vagabundos, veteranos de guerra acabados o el propio actor belga en busca de dinero fácil. Una cinta entretenida y solvente, en la que se me atraganta la aparatosa, aunque muy alabada, dirección de John Woo.

Sin abandonar la caza e hilando finísimo, se pueden mentar de pasada la costrosa Boa Vs Python, donde varios mercenarios pagan por atrapar a una serpiente modificada genéticamente y de desproporcionadas dimensiones, o Alien Vs Predator, en la que los depredadores organizan una competición en la Antártida, con la intención de matar a cuantos más aliens sea posible.

Las artes marciales son objeto de competiciones deportivas, así que en este artículo también cuentan los estilos de lucha que el cine ha ido inventando. Pero esto daría para una única entrada centrada en el tema, así que citaré los primeros ejemplos que se me vienen a la mente, como el arte marcial de los caballeros jedi de StarWars o la Gymkata del filme de mismo nombre, un remedo entre la gimnasia y el ¿karate? que sirvió como base a una película bastante risible, que contiene escenas como ésta:



No me olvido de otras competiciones de lucha como el Mortal Kombat, los múltiples torneos clandestinos aparecidos en las películas de mamporros de la Cannon (American Samurai y otras), el campeonato de la ciudad perdida de The Quest, o, esta sí que no podía faltar, la "Cúpula del Trueno", que tan bellos momentos nos otorgó en la a medias cojonuda y a medias insufrible Mad Max 3. Incluso se ha llegado a filmar wrestling entre especies extraterrestres, en la insólita y sumamente ochentera Arena: el ring de las estrellas.



Si hablo de carreras de ciencia ficción, que también constituyen un deporte, me puedo quedar escribiendo hasta el año que viene. Ahí van algunos destacados ejemplos, como las mortíferas carreras de Death Race 2000 y su remake Death Race, las cuádrigas futuristas, también conocidas como vainas, del defenestrado Episodio 1 de Starwars o las motos epilépticas de la saga TRON.

Me gustaría hablar más detalladamente de Speed Racer, la psicodélica película de los hermanos Wachowski, que pone en pantalla unos coches capaces de pelear entre ellos (Car-fu lo llaman, y no es broma) y la cual fue menospreciada por el gran público, pero cuyo final, sumamente emotivo y tenso, me dejó sin aliento. A punto estuve de levantarme en el cine para jalear al protagonista y animarle en su gesta, como si estuviera asistiendo a la final de algún evento deportivo real de alto nivel. 

Y para acabar, que ya toca, una pregunta. ¿Los juegos de estrategia son deporte? El ajedrez está considerado como tal... Eso me permite hablar del curioso juego de mesa en el que C3PO y Chewbacca se enfrentan a bordo del Halcón Milenario en el primer episodio (¿o es el cuarto?) de la saga Starwars, y que casi le acarrea un irreparable disgusto al enervante androide de protocolo. Aunque por la forma en que se juega, con esos hologramas controlados por botones, casi parece más un videojuego que un deporte... Lo que nos trasladaría a la difícil cuestión sobre si los videojuegos podrían calificarse de deporte. Y si en esas estamos, entonces Gamer, de los creadores de Crank, debería ser recordada... Ya veis que podemos no acabar nunca. Lo dejaré en este punto.

Si habéis sido capaces de llegar hasta aquí, estaréis conmigo en que cine y deporte, como nadie pone en duda, son muy buenos amigos. Ambos constituyen grandes espectáculos que mueven a las masas y se han ido realimentando el uno al otro con el paso del tiempo. El cine ha proporcionado el gusto por nuevas disciplinas deportivas, así como reactivado el interés por otras ya existentes, y el deporte se ha servido de los avances en las técnicas cinematográficas de montaje y edición para sus retransmisiones en los medios, entre otras muchas cosas.

Cine y deporte han compartido descubrimientos y han progresado y mejorado juntos. Así ha sido siempre y así lo seguirá siendo, hasta que ambos, en algún momento inevitable del futuro, desaparezcan.

Carlos Palencia

lunes, 21 de febrero de 2011

Oscar 2010. Los premios menores


La acumulación de estatuillas en los apartados considerados como "menores" puede decantar la película que, de las 10 nominadas en la máxima categoría, se haga finalmente con los premios gordos.

Los Oscar técnicos también pueden utilizarse para compensar a un filme que no vaya a conseguir ningún galardón de peso, o bien para reconocer lo evidente (los efectos especiales de Avatar, el vestuario de María Antonieta, la fotografía de Tigre y dragón). Además, con ellos se da pie a que los blockbusters de la temporada que jamás serán considerados obras maestras puedan arañar alguna mención que les haga crecer aún más en el box office (este año aparecen las aparatosas Salt e Imparable).

En este post hablamos, pues, de esas generalidades llamadas banda sonora, maquillaje, montaje, efectos de sonido y similares. Aparcamos de momento los guiones, un apartado de mayor peso en la estimación del ganador de la noche.

- El discurso del rey: la película británica es la más nominada de la presente edición con un total de 12 candidaturas. Los Oscar menores a los que aspira empiezan por el montaje y siguen con fotografía, dirección artística, sonido, banda sonora y vestuario.

La historia del rey inglés Jorge VI, y su lucha por afrontar su tartamudez y los acontecimientos históricos de la época, presenta enormes posibilidades en dirección artística y vestuario, que cuentan con un esforzado trabajo de recreación de la ambientación y vestimentas reales correspondientes a aquel periodo. También es un firme candidato al premio por su original score, obra de uno de los mejores compositores de la actualidad, el francés Alexandre Desplat, que todavía no ha ganado el Oscar y que este año ha sido autor de las partituras de El escritor, de Polanski, y Harry Potter y las reliquias de la muerte.

Por lo demás, sus menciones en montaje y sonido suenan a impostadas, y el hecho de que haya sido incluida ahí sirve como pista para pensar que la película puede estar llamada a conquistar las cotas más altas.

- Valor de ley: el nuevo filme de los prolíficos Coen, una nueva versión del libro de Charles Portis True grit, aspira a 10 premios, la mitad de los cuales se reparten entre los cinco finalistas a mejor fotografía, dirección artística, sonido, efectos de sonido y vestuario.

El trabajo de ambientación, servido por unos decorados y unos trajes que nos retrotraen al western, y, sobre todo, la gran factura visual pueden acarrear algún premio al filme. En el caso del director de fotografía Roger Deakins, colaborador habitual de los hermanos de Minnesota, sería el primero tras ocho nominaciones infructuosas.

- La red social: las 8 nominaciones de la obra de Fincher sonaron a poco cuando se dieron a conocer. La clara diferencia con El discurso del rey hace temer a sus responsables por una posible merma en sus aspiraciones finales (ya nos extenderemos sobre ello), aunque varios de los premios menores a los que opta (montaje, fotografía, banda sonora y sonido) están muy a su alcance.

La película es un alarde de montaje (mención especial merece la carrera de remo); la iluminación y los tonos empleados encajan perfectamente en el conjunto, y el score de Trent Reznor y Atticus Ross, alejado de las partituras convencionales producidas para la gran pantalla, ganó en su día el Globo de Oro.

Todos estos premios pueden sumar para la película sobre el creador de Facebook y ofrecer un resultado muy loable pese a su aparentemente escaso número de candidaturas.

- Origen: el nuevo trabajo de Christopher Nolan goza de muchas posibilidades de premio en los apartados menores (ya rascó algo hace dos años con El caballero oscuro). El sonido, los efectos de sonido y los efectos especiales de este filme de ciencia-ficción son los favoritos en su apartado, y también puede dar que hablar en fotografía (ya que ha logrado el premio del gremio hace unos días), dirección artística y banda sonora.

A muchos les ha sorprendido su ausencia en la categoría de montaje, teniendo en cuenta la complejidad de su propuesta expositiva, en la que juega con diferentes escenarios y niveles de realidad y sueño.

- The fighter: película pugilística basada en hechos reales y nominada a 6 Oscar, sólo compite en premios menores por el galardón a la mejor edición. Aunque éste es un elemento muy necesario y destacado en este subgénero cinematográfico, parece que sus aspiraciones se centran en galardones de mayor entidad.

- 127 horas: el británico Danny Boyle ha vuelto a demostrar su poderío en la puesta en escena y ha arañado nominaciones para su cinta correspondientes al montaje, banda sonora y canción. Es difícil que el éxito de Slumdog millionaire se repita, y pese a que estos aspectos técnicos gozan de un buen acabado formal, no parece suficiente mérito para ser destacado.

- Cisne negro: el filme de Aronofsky es claro candidato por su fotografía, y en montaje tampoco está mal servida. Pero sus escasas 5 nominaciones le restarán seguramente notoriedad en el palmarés final.

- Alicia en el País de las Maravillas: este delirio de Tim Burton puede aportar la nota de color a la noche, y su temática fantasiosa le otorga muchas posibilidades especialmente en dirección artística y vestuario. Sobre todo en esta última parece la favorita. También figura en el apartado de efectos especiales.

- Toy story 3: el cierre de la trilogía juguetera tiene muy cerca el galardón a la mejor canción, más por su nombre que por la calidad del tema musical, y también figura en montaje de sonido, dado el valor que supone crear sonidos artificiales en su totalidad.

Y, por supuesto, tiene a tiro el Oscar al mejor filme de animación. Aquí compite con Cómo entrenar a tu dragón y El ilusionista. Poco hay que argumentar en este caso. Pixar ya puede pensar en reservar un nuevo hueco en su acaudalada estantería, pues parece uno de los Oscar más cantados de la noche.

Un apartado que ha quedado colgando: el premio al mejor maquillaje. Tres película de su padre y de su madre (El hombre lobo, El mundo según Barney y Camino a la libertad) se lo disputan. La primera circula con dos cuerpos de ventaja, pues le ayuda el componente de transformación y los matices sobrenaturales de una propuesta mil veces vista, pero quizá nunca tal mal llevada a la pantalla.

Por último, el documental más famoso de los que figuran en su categoría es Exit through the gift shop, del artista graffitero Banksy, aunque los más premiados en las distinciones previas han sido Restrepo e Inside job.

domingo, 20 de febrero de 2011

Oscar 2010. Un vistazo general

No ocurre a menudo. Es sólo una vez al año. Por eso algunos lo vivimos de manera muy especial.

Nos encontramos a una semana de la entrega de los Oscar, la ceremonia número 83 en la historia de estos premios desde que en aquel lejano 19 de mayo del año 1929 se repartiera por primera vez, en el hotel Hollywood Roosevelt de la ciudad de Los Ángeles, la estatuilla del dorado y nudista espadachín como reconocimiento a lo más destacado de la producción americana de la temporada.

Casi un siglo después, la competición sigue adelante y los anhelos de victoria se mantienen intactos. Algunos de los competidores le dan tanta importancia a estos premios que no se hacen a la idea de que su derrota es posible (este año el caso más evidente es el de Melissa Leo, del que hablaremos). Todos quieren triunfar, pero la manera de asumir la decepción va por barrios. Unos arquearán la boca cuando su nombre no sea leído y pasarán página con el tiempo. Otros se cabrearán por no subir al escenario, y puede que hasta abandonen su butaca (se han dado casos). A otra parte de los nominados puede que les traiga al pairo ganar o no (los menos). Y otros no perdonarán en su vida a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.

Los Oscar son pues el perfecto escaparate de la vanidad y las ambiciones humanas, la exaltación de los egos ("¡Soy el rey del mundo!"), el show de la ostentación y la frivolidad, de la propaganda encubierta, de las sonrisas forzadas, de la mano por encima del hombro, de los repartos de galardones fáciles, previsibles y cobardes... Un día en el que, tradicionalmente, la comercialidad queda retratada como el único motor que rige el séptimo arte a nivel mundial.

Sólo en casos muy especiales, los astros se alinean para que el cine de verdadera calidad sea reconocido. Y entonces el esfuerzo (que para mí no lo es tanto) de permanecer ante la tele de madrugada durante casi 4 horas se ve justificado. Y todo suena bien, y encima viene acompañado de una gala ágil, entretenida, con números musicales y coreográficos asombrosos, con un anfitrión inspirado que echa mano de chistes agudos y con mala baba (Billy Crystal que estás en los cielos), donde se emiten clips de vídeo brillantemente montados, auténticos homenajes al cine de ahora y siempre, y se ensalzan trabajos incontestables y artistas inolvidables.

Todo eso cabe una sola noche del año en el Kodak Theatre. Y por eso quizá nos gusta tanto, porque tienes la sensación de que todo puede suceder, tanto a nivel de puesta en escena de la fiesta como en el reparto final de premios. Que la sorpresa, aunque cada vez menos probable, puede saltar cuando menos te lo esperas. Los Oscar son cine en estado puro, ni más ni menos.

En esta edición nada es descartable. Nuestros gustos pueden darse de bruces con la decepción, con la falta de compensación, con los giros inesperados de última hora. O puede que lo que veamos colme nuestras preferencias y expectativas.

Y puede que el academicismo y la corrección de El discurso del rey acabe imponiéndose al atrevimiento, la frescura, el impecable ejercicio de estilo y de narración que es La red social. Estos dos títulos parten como principales favoritos a la victoria final, y ambos cuentan con factores a favor y en contra que harán decantarse a los votantes hacia un lado u otro.

A lo largo de esta semana trataremos de exponer los hechos ya conocidos sobre la competición presente y de hacer elucubraciones, con una espacio para argumentar sobre las posibilidades de cada filme en contienda a escasos días de la gala hollywoodiense.

Pasen y vean.

http://www.youtube.com/watch?v=kui6f6Urxog

sábado, 19 de febrero de 2011

LOS INSÓLITOS CICLOS DE CINE DE OSO I: Fútbol y cine



Fútbol y cine: ¿Una relación fallida?

Vamos con una entrada MUY EVIDENTE en un blog como éste: Flirteos destacados entre el fútbol y el cine. Para el que tenga interés y le apetezca ahondar en el asunto, voy a repasar algunas películas donde el deporte rey ha jugado un papel importante, a la vez que reflexiono sobre algunos de los porqués de esta relación tan poco fructífera. Reconozco que no he visto, ni mucho menos, todas las películas que reseño, pero sí que he tratado de informarme. Y atentos porque hay pelis para todos los gustos.


La primera que me viene a la cabeza, inevitablemente, es Evasión o Victoria, considerada por muchos como la mejor película de fútbol de la historia. Lo que tampoco es decir demasiado... Entendedme, es un buen largometraje, resulta entretenido y contiene buenas dosis de épica y emoción, pero no es precisamente una obra maestra. Esta cinta menor de John Huston está lastrada por los tópicos de su guión, y una cierta previsibilidad en su desarrollo, que hace que se quede a las puertas de ser algo verdaderamente grande. Aún así, es recomendable.



Esa ausencia de una película verdaderamente grande sobre el deporte que más adeptos tiene en el mundo es lo que llevó recientemente a la puesta en marcha de la trilogía Gol, un ambicioso proyecto cuyo fin era constituirse como la mayor epopeya futbolística jamás rodada (deseo expreso de algunos de sus responsables) . Sin embargo, se quedó a medio camino de conseguirlo y ni siquiera la trilogía fue concluida, ya que tras Gol 2, del español Jaume Collet Serra, no se ha vuelto a saber nada más de la saga. No obstante, ambas películas cuentan con un buen número de seguidores y cierta aceptación.


Deteniéndonos en España, y como no podía ser de otro modo en un país tan futbolero, tenemos unos cuantos ejemplos de pelis, sobre todo de los últimos años, que giran en torno al fútbol, como son El Portero, El Penalti más largo del mundo o la taquillera Días de Fútbol, donde, a mi parecer, el deporte rey era una mera excusa para poner en marcha gags de todo tipo y condición, muchos de ellos sobadísimos y metidos con calzador. Igualmente podría hablar de propagandísticos experimentos fallidos como Real: La Película, pero prefiero no hacer más leña del árbol caído, y menos aún cuando no he visto ese documental (desde aquí animo a Dimitri a escribir una reseña).

Otro país europeo donde el fútbol supone un importante componente social es Inglaterra y, como es de suponer, de allí han salido obras muy recomendables, entre las que destacan la simpática Quiero ser como Beckham, y otros títulos más recientes como Buscando a Eric de Ken Loach o Damend United de Tom Hopper, siendo este último, un largometraje del que se habla muy favorablemente y que algunos ya empiezan a calificar como el mejor filme rodado sobre el deporte de marras.



Y sin movernos de Europa, asimismo cabe señalar otra película de reciente éxito, como es la alemana Galatasaray-Depor, sobre una final de la champions league bastante accidentada. Marchándonos a Asia, hay una referencia fácil y que salta a primera vista: Shaolin Soccer a.k.a. Kung Fu Soccer del humorista chino Stephen Chow, posiblemente la mejor (y quizás la única) traslación que se ha hecho a la gran pantalla de las astracanadas que Oliver y Benji llevaban a cabo en la famosa serie de animación. Junto a Evasión o Victoria, y a riesgo de parecer que me hago el gracioso, la considero la mejor película de fútbol que he visto, aunque el realismo no sea su punto fuerte.

En lo que respecta a futbolistas que han flirteado con el cine, la cosa también está algo floja. El primero que acapara la atención es Vinnie Jones, que se ha labrado una prolífera carrera cinmetográfica, gracias al apoyo de Guy Ritchie, aunque últimamente se ha visto involucrado en bazofias de inmenso calibre, hasta el punto de actuar junto al inefable Steven Seagal en uno de sus filmes más lastimeros.

Otros futbolistas que se han paseado por delante de una cámara son Eric Cantoná, Pelé en la ya citada Evasión O Victoria, o parte de la plantilla del Madrid en la saga Torrente. Hablando de Guy Ritchie, no puedo evitar recordar aquella referencia directa a Abramovic en forma de mafioso ruso que aparece en Rocknrolla, siendo quizás una de las cosas más reseñables de un filme un tanto mediocre.


Si pensamos en el fútbol como elemento secundario o terciario de un filme, podría hilar muy fino, investigar, y empezar a largar una ristra inmensa de títulos donde haya referencias al balompié o personas practicando este deporte. Eso estaría de más, pero aún así, me quiero detener en un filme, por el impacto que me causó en su momento. Karate Kid. Aquí, el protagonista, Daniel San, en contra de lo que se estilaba (y estila) en el cine americano tradicional, compagina sus clases de karate con sus prácticas de fútbol. Incluso en una escena se puede ver a Ralph Macchio y Elizabeth Sue jugando a este deporte. Lo dicho, una excepción a destacar del cine palomitero de los 80.

Y hilando finísimo, podemos darnos cuenta de que el fútbol no tiene por qué estar presente de manera directa, sino que también puede hacerlo de forma implícita. Es lo que nos demostraron tanto Tom Cruise en la secuencia final de Mission Impossible 2, como Steven Seagal en Venganza ciega, donde ambos actores realizaban sendas rabonas con sus armas (pistola el primero, katana el segundo) para pillar por sorpresa a sus enemigos.


Ya en el terreno de las referencias bizarras e insólitas, se halla en el podio el gorro del betis que uno de los protagonista del filme Troll lleva en la cabeza al inicio del metraje. Sí, un puto gorro del betis. Y lo más probable es que ninguno de los responsables del filme fuera consciente del significado de ese sombrero... Un elemento más para añadir hilaridad a una cinta ya de por sí muy ridícula y risible, que además es, como su nombre indica, la precuela de la afamada Troll 2, mejor "peor película" de la historia para muchos, y sobre la que gira el documental Best Worse Movie.

Llegados a este punto, cabe preguntarse por qué no terminan de cuajar las películas sobre fútbol, siendo éste el deporte más afamado del mundo. ¿Será que es una disciplina poco cinematográfica? Es cierto que, a simple vista, carece de la espectacularidad y el impacto visual de otros deportes como el baloncesto o el fútbol americano (este es posiblemente el deporte que mejor se ha reflejado en la pantalla), pero bien filmado y con los planos adecuados, con el fútbol pueden lograrse resultados tan emocionantes como los conseguidos con otros deportes. Entonces, ¿dónde está el problema?

¿Acaso es la falta de buenas historias? Tampoco esto es cierto, ya que a poco que uno se ponga a pensar, se da cuenta de las interesantísimas historias que se podrían contar sobre este deporte: biografías de futbolistas, corrupción en grandes equipos, estafas multimillonarias... ¿Nadie piensa en el biopic de Maradona, por ejemplo?

Para un servidor, la explicación es más sencilla de lo que parece. El cine americano guía los gustos de la mayoría del público mundial. Es en Hollywood donde está la pasta y donde se ruedan las películas más influyentes. Y Estado Unidos no es precisamente un país donde el balompié haya cuajado. De ahí que las majors no se arriesguen a producir grandes películas sobre este fenómeno. La gran película sobre el mundo del fútbol, aún está por llegar. Y mucho me temo que sólo lo hará cuando Estados Unidos, con el paso del tiempo, caiga rendido ante este deporte

Los que quieran saber un poco más sobre el tema (yo la verdad es que no), pueden hacerse con una copia del libro Cine y Fútbol de Carlos Marañón, que profundiza sobre el asunto de una manera muy extensa y profundamente documentada. Seguro que a mis compañeros Dimitri y Norman les interesa.

Carlos Palencia

viernes, 18 de febrero de 2011

Fuera de juego

Se presenta el tercero en discordia. Al contrario que mis compañeros Norman y Dimitri, y yendo en contra de los singulares preceptos de este blog, yo no siento pasión alguna por el fútbol, pero sí que tengo una admiración desmedida por el cine. Por estoy aquí, para hablar principalmente de películas y, de paso, poner la nota discordante. No obstante, alguna vez también tocaré asuntos futbolísticos, pero desde la particular perspectiva de una persona que no acaba de comprender la euforia que desata este deporte. Algo que pienso que enriquecerá el blog.

Asimismo, espero suponer un punto de fuga en lo que respecta al cine. Y es que tengo unos gustos un tanto particulares, ya que suelo entretenerme con detalles y aspectos del séptimo arte que no acaparan la atención de la mayoría del público. O eso creo. En fin, es algo difícil de explicar, aunque ya lo iréis entendiendo y descubriendo en cada una de mis entradas. Bah, qué coño: películas de serie B, artes marciales, algo de gore, rarezas olvidadas... Son cosas que trataré con cierta frecuencia.

Igualmente, prometo quitarme todos los pelos de la lengua y fijar la sinceridad como uno de mis pilares, por lo que no se me caerán los anillos a la hora de despotricar contra vacas sagradas del cine o, en su contra, realzar largometrajes despreciados por el grueso de los espectadores. Incluso si eso me supone el escarnio público.

No me malinterpretéis, yo no quiero ir de outsider, rebelde o como queráis llamarlo para hacerme el interesante. Simplemente pienso que hay cosas de las que se hablan muy poco y que merecen muchísimas más líneas. Esa es la tarea que quiero realizar aquí. Me desnudaré ante vosotros y me dará igual que me echéis a los cocodrilos, siempre y cuando me leáis y tratéis de comprender mi punto de vista.

Una vez expuesto todo lo anterior, sólo me queda revelar el motivo más real y puro por el que estoy aquí. Y es el hecho de poder compartir un espacio para la escritura con dos personas que me despiertan gran respeto y admiración. Leed con atención a estos dos cracks, Norman Crane y Dimitri Hardcore, porque tienen mucho que decir. Escrito esto, permitid que me quite el pelo púbico de la boca.

Y ya para empezar tocando los cojones desde mi primera entrada, yo no pienso esconderme detrás de ningún pseudónimo. Soy Carlos Palencia y así es como siempre voy a firmar. Al cuerno el anonimato de Internet.

Carlos Palencia

lunes, 14 de febrero de 2011

Hasta siempre, Fenómeno


Hoy se retira Ronaldo Luiz Nazario de Lima, uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol. Personalmente, el jugador que más me ha impresionado sobre un terreno de juego en toda mi vida.

Puede que los haya más técnicos y sutiles como Zidane, o mejores regateadores como Messi, pero la temporada que hizo Ronaldo en el Barcelona, allá por la temporada 96/97, donde hizo 47 goles en 49 partidos, jamás se borrará de mi memoria.

Ronaldo era un portento físico, una bestia parda que cogía el balón, miraba la portería, regateaba a quien fuera necesario (incluido el portero), y hacía gol. No había quien lo parase. Tenía velocidad, técnica, regate, un disparo potentísimo, y se movía en la zona de tres cuartos como nadie.

Ronaldo era gol, y jamás he visto a un jugador más asociado a esa palabra. Era un depredador absoluto del gol, un enfermo. Cierto que sus características hacían que hubiese que jugar para él, pero es que merecía la pena, porque él solo podía sentenciar cualquier partido. Parecía que no necesitara de diez tipos acompañándole, que él solito se bastaba para ganar el encuentro.

Imposible olvidar aquel gol en Compostela, donde se regateó a medio equipo desde el centro del campo y remató fuera del área para hacer uno de los goles más bellos que se recuerdan. O aquél en el Camp Nou contra el Valencia donde se metió entre dos defensas y acabó marcando. No le importaba quién estuviese delante, porque nadie le quitaba el balón.

Por desgracia, el Ronaldo que conocimos en el FC Barcelona no duró demasiado. Su traspaso al Inter de Milán cambiaría su vida para siempre. En el calcio volvió a salirse, pero por desgracia su rodilla hizo crack y tuvo que alejarse un año de los terrenos de juego. Volvió, y de nuevo se lesionó y tuvo que empezar de cero. Mala suerte para un jugador que necesitaba su potencia en las piernas y un gran poderío físico para jugar como mejor sabía.

A pesar de eso, de dos lesiones muy graves que para cualquier otro hubieran sido el fin, Ronaldo no se dio por vencido y regresó a lo grande. En el Mundial de 2002 se salió de nuevo, siendo el máximo realizador con 8 tantos y ganando su segundo título frente a Alemania.

Florentino Pérez, que en ése momento era presidente del Real Madrid y obedecía a la filosofóa de fichar a los mejores, no lo dudó y se trajo a Ronaldo al Bernabéu. Cierto, no era el del Barça, físicamente se le notaba que había perdido velocidad, que le costaba un poquita más, pero su amor por el gol no había muerto.

Tuve la suerte de ver en octubre de 2002 el debut de Ronie en el Bernabéu, frente al Alavés. Salió si no recuerdo mal en la segunda parte y sus dos goles dieron los tres puntos al Madrid. Hasta 2007, año donde se fue en el mercado invernal al Milan, Ronaldo hizo 104 goles con la camiseta blanca en 177 partidos. Buenos números, para alguien que estaba "acabado".

Es cierto que sus últimos años han sido una caricatura de lo que fue. Sus kilos de más han dado para muchas bromas, sus fiestas rodeado de señoritas copaban los programas de la prensa rosa, y se llegó a un punto en el que no importaba lo que Ronaldo hiciera en el campo, importaba más su vida privada.

Fue brasileño para lo bueno y para lo malo. Talento innato, de ése que se cultiva en la favela, alegría. Siempre tenía una sonrisa. Era de esos jugadores que su estado de ánimo determinaba su rendimiento en el campo. Si no se lo pasaba bien, si no sonreía, ésa noche se borraba. Pero claro, la otra cara de la moneda era su gusto por la samba, la fiesta, las mujeres y la noche. Su animadversión por los entrenamientos era notoria (¿alguien ha pensado en Romario o Ronaldinho?), pero lo que no hacía en los entrenos lo compensaba con todo lo que hacía en el campo.

Se va pues, una estrella total del deporte rey. Alguien que ya es una leyenda y que reconoce que "no puede más", que "piesno es una jugada y no la ejecuto como quiero". Los años no pasan en balde, y su cuerpo desde hace tiempo dijo que basta. Pero para mí, y supongo que para muchos, siempre nos quedará en el recuerdo el Ronie de sus años dorados, capaz de hacer cualquier cosa en un campo. Un Fenómeno.

domingo, 13 de febrero de 2011

El Día G


Hoy es la gran fiesta del cine español. La etiqueta que, con los años, ha quedado adosada a la solapa de la Ceremonia de los Goya ha vuelto a relucir en los días previos a la que será la vigésimoquinta edición de entrega de estos galardones cinematográficos.

No soy capaz de asegurar si el año 2010 ha sido bueno o malo para la cinematografía de acá. En cuanto a cifras recaudatorias, lo podemos tildar de mediocre, y si nos centramos en la calidad de lo estrenado, no tengo bases para argumentar a favor o en contra. Sólo he visto dos de las cuatro películas más nominadas (Enterrado y Balada triste de trompeta, las otras son Pan negro y También la lluvia).

Aunque veré el acto de entrega, porque estas galas y yo vamos de la mano, siempre me he tomado un poco a chota estos premios, una pobre imitación de los Oscar cuya creación tardó mucho además en producirse (1987).

Uno tampoco acaba de entender qué tiene que ver nuestro maestro de la pintura con unos premios de cine. Supongo que se trataba de afianzar una identidad propia, apelando a nuestras raíces artísticas y dando lustre a unos premios ante los que la opinión pública ha mostrado desde siempre un interés mediano.

Desde mi punto de vista, el gran problema de los Goya es que siempre se han visto influidos por aspectos ajenos al puro cine. No se habla de películas y cineastas, sino que la ceremonia ha prevalecido como escenario de reivindicaciones políticas, culturales o económicas, según las circunstancias y los intereses.

La propia familia del cine patrio no respeta el que debería ser su día grande. No les ha temblado el pulso a la hora de desviar la atención en pos de otros asuntos, los que han llamado la atención de los miembros de más peso en el gremio, a los que les ha importado poco que la imagen de la estatuilla cabezona pudiera quedar mancillada.

Este año ha vuelto a suceder. Pese a que el ya ex presidente de la Academia de Cine Español, Álex de la Iglesia, estaba cuidando al detalle esta gala, añadiéndole un componente más llamativo en cuanto a su puesta en escena (de nuevo, influencias hollywoodienses), la ceremonia ha quedado marcada por el anuncio precipitado de su dimisión al oponerse a la Ley Sinde antidescargas.

El realizador vasco ha medido mal los tiempos para anunciar su marcha, con lo que ha conseguido condicionar el espectáculo que con tanto mimo estaba diseñando. Un componente ajeno volverá a marcar por completo la fiesta de una industria que arrastra otros problemas preocupantes que amenazan su presente y futuro.

También se ha dado el hecho cuestionable de que De la Iglesia haya logrado el mayor número de candidaturas para su película cuando aún ostentaba el máximo cargo de la institución que impulsa y organiza los Goya. Más susceptibilidades se han visto tocadas.

Si nos centramos en el cine puro y duro, debo decir que me llevé una gran sorpresa, por lo negativo, con Balada triste de trompeta. Las críticas tan favorables, y sus dos premios en Venecia (servidos por el peculiar Tarantino), me hicieron pensar en que De la Iglesia lo había bordado con esta historia, pese a partir de un argumento que podía caer en mil excesos.

Efectivamente, hay excesos en su película. Pero los problemas graves son otros. Parte de una metáfora muy pretenciosa (personificar las dos Españas a través de la figura de dos payasos de distinto carácter). La historia avanza a trompicones, no hay desarrollo narrativo más allá de estampas de hechos históricos (tan del gusto de la audiencia en los tiempos donde triunfa Cuéntame) y se sirve de personajes excesivos, interpretados histriónicamente, secundarios anodinos (todo el grupo de circenses), golpes de efecto violentos y gratuitos y de un humor burdo y facilón (typical spanish).

Ésta es la película más representada en las candidaturas, y yo siento que me he perdido algo, o que nos hemos vuelto todos locos. Sin embargo, creo que éste es el debate que debe imperar: valorar una película, recompensarla o no en la medida que los votantes lo estimen oportuno y olvidarnos de temas ajenos que nos distraigan de la celebración.

La competición en esta edición ha llegado muy igualada hasta su recta final, y no queda claro quién se alzará como ganador de los dos galardones más codiciados (película y director). Éste es uno de los pocos aspectos positivos que veo en los Goya: suele extenderse un amplio abanico para las sorpresas (como ocurrió con La vida secreta de las palabras y La soledad), aunque en términos globales siempre han terminado primando en el palmarés los productos comerciales frente a los de más alta estima artística.

La sombra de los Oscar sigue siendo alargada, y si se pretende dar a los Goya un carácter propio y ajeno a Hollywood, debería cumplirse una premisa tan básica como ésa: que el gran cine se vea recompensado. ¿Para qué pedir justicia para otros temas si en una simple gala de premios no somos capaces de ejercerla?

miércoles, 9 de febrero de 2011

Punto de encuentro

Fútbol y cine, conceptos sencillos de enunciar pero que esconden un entramado interno, complejo, de tal calibre que los hace estar vinculados irremisiblemente con el arte.

Las dos materias están asociadas al terreno artístico en la medida en que gozan de una estética particular y diferenciada, reconocible, pero también, y sobre todo, porque ambas apelan al terreno de las emociones. Y si algo nos llena y realiza como personas son las experiencias emocionales.

Las películas y los partidos suelen disfrutarse, en la mayoría de las ocasiones, en comunión con los demás, conocidos o desconocidos. Los comentarios de unos y otros permanecen en un segundo plano para quedar prendados del poder de una imagen.

Cuando algo tiene la capacidad de silenciar a la masa y remover los instintos interiores a nivel individual, estamos hablando de lo más elevado. Algo que sólo consigue el arte. Y pocas emociones son comparables a la alegría compartida tras un gol decisivo, o la conmoción y sugerencia que pueda provocar un plano fijo al final de un filme.

En estos tiempos, las escapatorias se antojan más oportunas que nunca. Pero no debe obviarse que balompié y fotogramas gozan, cuando son buenos, del poder para reunir un cúmulo de sensaciones que va más allá de la vía de escape.

Así trataremos de acreditarlo aquí. Bienvenidos.

Fútbol y cine se dan la mano

A menudo suele decirse que fútbol y cine son términos antagónicos, que uno no casa con el otro. Parece que si te gusta mucho el fútbol no puedes interesarte por el séptimo arte, y que si eres un asiduo de las salas, el fútbol es cosa del "populacho", de los paletos y de los analfabetos que se preocupan de si un balón entrará en la portería.

Bien, nosotros no compartimos esa idea. Somos gente que amamos el cine, y que adoramos el conocido como deporte rey. Por ello, porque pensamos que ambos no son en absoluto divergentes, sino que son posiblemente los dos elementos de la cultura popular (obviando la música), que más relevancia tienen en nuestra sociedad, queremos rendirles nuestro tributo en este blog.

Escribiremos con toda la pasión, el rigor y la seriedad que podamos, sobre aquello que más nos llame la atención tanto en fútbol como en cine. Eso no quiere decir que de vez en cuando alguno de nuestros redactores, con toda la libertad que un blog hecho por amigos ofrece, se anime y escriba de videojuegos, baloncesto, o ropa interior sadomasoquista si es menester.

Sin más dilación, comenzamos esta nueva etapa con ilusión, y nos compremetemos a cuidar y mimar este blog, y en la medida de lo posible, intentaremos que no caiga en el olvido. En estos tiempos de crisis en los que ser periodista es casi una odisea o una quimera, nos juntamos un puñado de periodistas para escribir sobre aquello que nos apasiona. Esperamos que el lector sienta lo mismo leyéndonos.