sábado, 18 de febrero de 2012
Pasen y vean: esto es nuestro cine
Es probable que, transcurrido un tiempo prudente para dejarlo reposar en la memoria colectiva, 2011 no sea recordado como un año memorable para el cine español. Al menos, a día de hoy, las sensaciones son ésas. Aunque la pasada temporada nos ha ofrecido propuestas interesantes y logradas, la selección de los nominados para la vigésimosexta edición de los Premios Goya, que se celebrará mañana por la noche en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid, deja que desear por varios motivos.
En primer lugar, la película más distinguida ha sido La piel que habito, de Almodóvar, que cuenta con 16 candidaturas. Es fácil tildar la decisión como un disparate para alguien al que este filme le parece precisamente eso: un sinsentido, una irreverencia, una historia de tono intencionadamente grave que no cala ni lo más mínimo en el espectador. Esto, por otro lado, ya ocurría en recientes dramas del manchego (Hable con ella, Los abrazos rotos) caracterizados por su tono empalagoso y pretencioso.
En su último trabajo no encontramos de nuevo ni un solo atisbo de profundidad (toda la historia del cirujano traumado y la amada recluída es de una obviedad pasmosa) ni tampoco de emoción (consecuencia lógica cuando sientes que lo que te están contando es tan falso como impostado).
Evidentemente, este enfoque es personal pero, más allá de eso, provoca cierto estupor el respaldo de la gran mayoría de críticos hacia esta cinta (no sólo en España, sino también en el extranjero). Quizá con el remordimiento de haber dejado fuera a Almodóvar en ceremonias previas, los académicos han decidido que este año sí que tocaba incluirle, más cuando parece de locos obviar a una película tan bien tratada allende nuestro país. La figura del realizador sigue gozando de mucho peso.
La piel que habito aspira a una gran cantidad de premios técnicos (su factura es buena, eso sí), pero también a los principales (mejor producción, director, actor y actriz protagonistas y guión adaptado), además de actor y actriz revelación.
A pesar de liderar las nominaciones, la sensación general es que Almodóvar no volverá a salir victorioso de los Goya (como ya hizo con Mujeres al borde de un ataque de nervios, Todo sobre mi madre y Volver), sino que este honor le corresponderá, por primera vez, a Enrique Urbizu y su No habrá paz para los malvados.
El director vasco, responsable de trabajos tan loables como La caja 507 y La vida mancha, ha logrado para su nuevo thriller un total de 14 nominaciones. El filme, cuya trama bebe mucho del 11M, es reivindicable por tratarse de un género cuasi abandonado en nuestra cinematografía, por estar dirigido con gran pulso y tensión y por el concienzudo trabajo de su protagonista, José Coronado, actor fetiche de Urbizu y cuyo retrato de un agente de policía amargado y sociópata es muy elaborado, rico en gestos y actitudes despóticas.
Parece pues el momento de templar gaitas con Urbizu y Coronado. Ambos llegan como favoritos en sus respectivas categorías, y todo apunta a que No habrá paz para los malvados se coronará, además, con los premios a la mejor película, guión original y montaje.
Efectivamente, si todo sale según lo previsto, el titular del lunes podría ser: "El año de las cuentas saldadas". Ocurriría con el caso de los dos artistas recién mencionados y con otros como Elena Anaya y Lluis Homar, que nunca antes se alzaron con el cabezón. Anaya parte con clara ventaja en el apartado de actriz protagonista por salir airosa del desvarío almodovariano, y Homar ha sido reconocido por primera vez pese a que ya pudo haber figurado entre los elegidos en el pasado dada su prolífica carrera más inmediata, que incluye trabajos como La mala educación, Los abrazos rotos, Héroes o Los ojos de Julia. Ahora es el aspirante número uno al premio como secundario por Eva.
Es triste comprobar el poco criterio de los votantes al haber elegido en su amplia mayoría a cinco películas para copar la casi totalidad de categorías a concurso. Aparte de los dos títulos mencionados, aspiran al Goya a la mejor película Blackthorn, el bien acabado western de Mateo Gil que pasó por la cartelera sin pena ni gloria, y La voz dormida, de Benito Zambrano, que ha sido tachado por una parte de la crítica como una visión sensiblera y maniquea de la novela de Dulce Chacón. La primera ha logrado 11 nominaciones y ésta segunda 9.
La quinta cinta en discordia es Eva, filme de ciencia-ficción con robots dirigido por el catalán Kike Maíllo, favorito como realizador novel y que, aunque no ha colocado su ópera prima en la categoría más importante, ha reunido un total de 12 candidaturas. Entre ellas encontramos, junto a la ya mencionada de Homar, la de actor (Daniel Brühl), guión original y las más destacadas de los premios menores: montaje y fotografía.
La sensación es que el triunfo de No habrá paz para los malvados no será demasiado holgado (como digo, parecen fijos "sólo" cinco Goyas), y que los galardones técnicos se dividirán entre La piel que habito, Blackthorn y Eva. Pero pueden caber sorpresas. Los Goyas nos han ofrecido algunas en la última década (como en las ediciones donde triunfaron La vida secreta de las palabras y La soledad).
Entre las ausencias, me parece un error no haber dado un mayor reconocimiento a No tengas miedo y Mientras duermes (ambas sólo tienen una nominación para el gran trabajo de Michelle Jenner, en la primera, y Luis Tosar, en la segunda). Hablamos de un drama desgarrador sobre una víctima de abusos sexuales y una cinta de suspense cotidiano, ambos filmes bien construidos, filmados e interpretados y que, tanto por su estilo como argumentalmente, aportan algo distinto al panorama de nuestro cine. Parece de ciegos no haber apreciado esa diferenciación y calidad.
La encargada de conducir la fiesta, tan bien publicitada este año como siempre, será Eva Hache, humorista de dudosa eficacia que no ha destacado precisamente en sus trabajos televisivos (véanse Con hache de Eva y la versión española del Saturday Night Live americano). Dado el escaso ingenio mostrado por la aludida en las promos de la ceremonia, espero un chiste sobre el título de la película de Maíllo y su nombre propio. Y de ahí para arriba.
En fin. Que sea lo que Dios y don Francisco de Goya quieran.
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