domingo, 26 de febrero de 2012

Oscar 2011. Película del año


El análisis de los Oscar de este año llega a su fin echando un vistazo a la categoría suprema: la mejor película. En la presente edición ha variado la norma sobre las candidaturas en el apartado máximo. Después de volver a los 10 nominadas de antaño, ahora la Academia de Hollywood ha decidido que haya un baremo de entre 6 y 10 posibles aspirantes dependiendo del porcentaje de votos que reciban. De ahora en adelante, no sabremos el número de figurantes finales hasta el mismo día de las nominaciones.

Así pues, 2011 nos deja nueve cintas entre lo más destacado de la temporada. Vamos a intentar ordenarlas de más a menos respecto a sus opciones para alzarse con la estatuilla más codiciada de la noche.

- The artist.

La película que, seguramente, ha tenido un mayor calado emocional entre el público americano. Un homenaje al cine estadounidense. Con todo a favor en los premios de dirección, actor principal y varios técnicos. Si este filme francés, que ha igualado las 10 nominaciones de Tigre y dragón (récord para una película extranjera) no resulta el vencedor de la noche será una sorpresa mayúscula.

- La invención de Hugo.

Otro tributo a los orígenes del cine. Pero, en contraposición a The artist, Scorsese homenajea al cine francés ancestral en la figura de George Méliès, el creador de Viaje a la luna. Un filme en 3D de carácter infantil y nostálgico muy del gusto de los votantes. Es el más nominado del año (11 opciones). Presumiblemente, se alzará con varios Oscar menores. Si Scorsese consigue el galardón al mejor director, esto podría arrastrar a su película hacia lo más alto.

- Los descendientes.

Última obra del reputado Alexander Payne siete años después de Entre copas. Su probable premio al mejor guión adaptado puede resultar una espada de doble filo: o un respaldo que ayude a la película en las categorías más importantes o un galardón que sirva como compensación y única recompensa. Su corte moderno le perjudica frente a unas rivales más clásicas y cercanas a la mentalidad más conservadora de la institución organizadora.

- Midnight in Paris.

Cuatro nominaciones para lo último de Woody Allen, que nos viene a decir que no siempre los tiempos pasados fueron mejores. Un buen reparto de actores, la historia y su glamouroso escenario visten mucho, además de su presumible Oscar a guión original. Pero parece haber una sensación general de que el mejor Woody Allen ya ha pasado. Su inclusión en mejor película y director supone un reconocimiento puntual a un realizador al que los premios americanos han ido dando la espalda poco a poco.

- El árbol de la vida.

El prestigioso Terrence Malick, últimamente más activo en sus proyectos respecto a décadas anteriores, se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes por esta propuesta filosófica difícil de digerir para muchos. Desde el origen del universo al presente de una modesta familia americana, pasando por el futuro adulto de uno de los hijos hasta una playa en la que vagan las almas de los difuntos. Todo ello apoyado por unas imágenes deslumbrantes. Suena demasiado trascendental para el grueso de los rellenapapeletas.

- Caballo de batalla.

Spielberg enmarca su último trabajo, protagonizado por un caballo y su joven amo, en los cruentos tiempos de la Primera Guerra Mundial. Su realización siempre impecable parece chocar, esta vez, con una carga exagerada de buenos sentimientos y retazos melodramáticos. Al no figurar como director, sus opciones prácticamente se desvanecen.

- Moneyball.

Las películas que conjugan la ecuación beisbol+superación suelen ser igual a éxito garantizado en Estados Unidos. Al menos entre el público, en los Oscar no siempre. En el caso de Moneyball, sus nominaciones (seis) suenan ya a recompensa por culpa de la solidez de sus rivales por los premios. Tendría gracia ver a Brad Pitt ideando una estrategia y manejando estadísticas para buscar como hincarle el diente a sus contrarios y llevarse el Oscar. Pero no siempre le va a funcionar el apaño.

- Criadas y señoras.

Lo más destacable de este drama clasista es su reparto, y es ahí donde puede sacarle jugo a las estatuillas. La nominación a mejor película parece consecuencia de su buena taquilla en EEUU, pues en el fondo se trata de un trabajo que tampoco parece aportar nada nuevo a lo ya visto en filmes como Tomates verdes fritos y similares.

- Tan fuerte, tan cerca.

La novena en discordia se ha colado en la categoría de manera sorprendente. La explicación parece hallarse en los métodos promocionales del productor Scott Rudin, perro viejo en estas lides, y en la buena estrella del director Stephen Daldry que, aunque no es candidato esta vez como director (tras Billy Elliot, Las horas y El lector) tiene pinta de ser el yerno favorito de los académicos. Parece el típico filme al que le regalan la nominación (algo así como The blind side hace dos años). Y eso que pretendían evitar que se colaran este año filmes de dudosa valía...

En fin. Hasta aquí la cobertura dedicada a las nominaciones de los Oscar. Todo lo que pueda suceder esta noche escapa ya de nuestra manos. Ojalá haya sorpresas, emotividad, una gran puesta en escena y momentos divertidos de parte de Billy Crystal, el anfitrión por antonomasia.

Disfrutémoslo como se merece.

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