Marzo de 2017. Esa es la fecha en que presumiblemente, y si Segura dice la verdad al finalizar los créditos de Torrente 4, se estrenará la quinta parte de la saga de películas más taquillera de la historia de España. Puede estar contento Santiago Segura, ya que todo lo que lleva el nombre de "Torrente" es igual a dinero a mansalva, y cada una de sus entregas va de récord en récord. Por desgracia, con cada nueva entrega la falta de guión, imaginación y talento se hace más palpable. Porque Segura sabe que tiene un personaje cojonudo, que consigue conectar con su humor zafio y casposo con el gran público de una manera desconocida en nuestro cine. Es muy lícito que quiera seguir explotando la gallina de los huevos de oro hasta que los espectadores digan "basta", pero no debería descuidar por el camino el hecho de hacer una comedia que de verdad merezca la pena.
La primera parte es sin discusión un clásico de nuestro cine y una muy buena película de humor. Rodada con poco presupuesto, pero sabiendo aprovechar los recursos de que dispone, Segura logró inmortalizar a Torrente y convertirlo en parte de nuestra cultura popular. La segunda y tercera parte a pesar de flojear en cuanto a la historia y hacer un abuso excesivo de los cameos conseguían su propósito de hacer reír, siempre por debajo del nivel de calidad y despiporre de la primera. ¿Qué es lo que pasa con la cuarta? Pues que desde el primer minuto, es inevitable pensar que es un truño de tomo y lomo. La secuencia inicial en la mansión es una sucesión de gags mil veces vistos sin ningún tipo de gracia, y para colmo, parece como si Segura más que hacer de Torrente imitara a Torrente. Parece un contrasentido, pero su actuación es más una caricatura forzada del personaje que una interpretación. Esta afirmación es opinable, y quizás muchos de los dos y pico millones de espectadores que se han dejado 10 euros por ver la película discrepen de ella. Lo que no es discutible es que esta cuarta y nefasta entrega es más una sucesión fenética de cameos que una película en sí.
Hay una diferencia muy grande entre escribir y currarse un guión, con una trama elaborada y unos gags bien metidos para que consigan el santo propósito de que la genete se descojone; y hacer un guión en función de los cameos que van a aparecer en la película. Si tenemos en cuenta la primera parte (sí, es inevitable referirse a ella, porque es donde Segura debería fijarse); nos daremos cuenta de que también está plagada de cameos, tan apoteósicos como Cañita Brava o Poli Díaz. Pero estos cameos están metidos dentro de una historia, de un guión, y quizás lo mismo daría que el camarero de las "6.000 pesetas de whisky" fuera Cañita Brava o Chiquito de la Calzada. La segunda y tercera ya empiezan a ser un carrusel de famosos de medio pelo y amigos del director madrileño, pero con mayor o menos acierto hay una estructura y una trama que tienen ambos fims. En la cuarta, todo lo que pasa en la película tiene como único objetivo que salga un famoso, ya sea Belén Esteban (lamentable en su interpretación, como no podía ser menos), Agüero, Juanito Navarro o David Bisbal. ¿De qué va Torrente 4? De ver famosos. A nuestro protagonista le encargan un asesinato, cuando llega a la casa de la futura víctima, descubre que ya ha sido asesinada antes de que él llegara. En ese mismo instante, llega la policía y meten a Torrente en la cárcel. Sale de la cárcel, descubre quién le engañó para cargarle el asesinato, muere el malo. Fin. Si algo tan sencillo hubiera sido más elaborado podría haber colado, pero todo está pensado para que veamos a Torrente dentro de la cárcel, parte central de la película que ocupa la mayor parte del metraje.
¿Y el cacareado 3D de los cojones? Pues una mera excusa para llenar las salas y cobrar más pasta por las entradas. Completamente desaprovechado, no juega nada con las posibilidades que dan las tres dimensiones, y salvo un par de balas que salen de la pantalla, un perro y Torrente escupiendo una bebida, nada de nada. ¿Por quén no haber metido alguna guarrada digna del personaje que hubiera ido a la cara de los espectadores? Repito, esta película podía haberse rodado perfectamente en formato tradicional, ya que no hay nada por lo que merezca la pena pagar un suplemento en las entradas y comprar las dichosas gafitas.
Aunque resulta evidente que esta cuarta parte no ha cumplido mis expectativas (no esperaba una gran peli, pero sí reírme con y no de ella), Torrente es Torrente y Segura siempre tiene buenas ideas. Por ejemplo que la casa del policía sea un "piso patera" lleno de sudamericanos donde incluso se celebran peleas de gallos es bastante divertido. Algún gag suelto siempre va a haber en los 100 minutos de metraje, pero en conjunto, parece que se busque más la risa con la sucesión de cameos que con las gracias del guión que debieran ser el motor de la película. Por último, no quiero olvidar a Kiko Rivera, simpático en su personaje, ya que el buen hombre no es actor y hace lo que puede; y Francisco, el villano del film. Sin duda, éste último fue el motivo de más chillidos en la sala. Y es que cuando el cantante abre la boca, descubrimos horrorizados que le dobla Pepe Navarro de manera lamentable. Para no perdérselo.
Carente del humor de la primera y segunda, siendo una perversión de lo que fue la ya floja tercera parte, ésta Torrente 4 parece más el resultado de una necesidad alimenticia (que no creo que sea tal), que de una necesidad de volver a este mítico personaje. Este guión se escribe en una tarde y de resaca. Para esto, la quinta entrega mejor dejarla en el cajón. Y que Torrente descanse en paz. Ya va siendo hora.
muy buena critica. ya no la veo ni en Ares. Adrián.
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