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sábado, 28 de abril de 2012

El adiós al Pep


No por no ser esperada (pues se sabía que Guardiola tenía la idea de no prolongar su estancia en el banquillo culé durante muchos años), la renuncia del Pep a continuar como entrenador del F.C. Barcelona ha resultado menos impactante para el fútbol español.

El laureado técnico azulgrana argumentó ayer en multitudinaria rueda de prensa, con varios miembros de la plantilla incluidos, que su adiós ha venido motivado por el desgaste, y que después de estos cuatro años al frente del primer equipo se ha vaciado, y necesita llenarse.

Según el ex míster culé, la decisión estaba tomada desde el pasado septiembre, y así le fue anunciada al presidente Sandro Rosell poco después.

Uno puede entender que la presión que viven los entrenadores de los clubes europeos más exigidos es muy grande, y que ningún proyecto, por importante que haya sido, puede librarse del resentimiento. Con todo lo que este grupo ha conseguido, se entiende que la ambición del técnico y de los jugadores por ganar pueda verse claramente mermada; que las relaciones humanas puedan pasar por momentos más fríos (del técnico hacia sus jugadores y mandatarios) y que, como se ha visto, la categoría futbolística tampoco ha sido la misma que en campañas previas. Son factores que contribuyen a decantarse por una decisión de esta naturaleza, y si Guardiola la ha tomada será porque cree que hace más bien que mal a su club.

El legado de Guardiola en cuanto a títulos obtenidos es inigualable para el periodo de tiempo que ha dirigido al equipo, una cúspide para nuestra competición. Ni más ni menos que 13 copas (3 Ligas, 2 Champions, 1 Copa del Rey, 3 Supercopas de España, 2 Supercopas de Europa y 2 Copas Intercontinentales) le contemplan. Y la rúbrica puede llegar el próximo 25 de mayo en el Vicente Calderón. Sería una despedida a la altura.

Pero más allá de eso, lo que el aficionado recordará con admiración serán las cotas de gran fútbol logradas por el Pep en su perfeccionamiento del modelo barcelonista. La máxima expresión del fútbol creativo, de toque, de participación colectiva, de competitividad, de sacar el máximo rendimiento a tus hombres (él ha sido fundamental para exprimir todo el pontecial de Messi y ayudar a convertirle en el mejor jugador del mundo), de solidez defensiva y atacante, por encima de hitos de excelencia balompédica similares logrados por Johan Cruyff o Frank Rijkaard en la misma casa.

El nivel del fútbol alcanzado por el Barça con Guardiola al frente, sobre todo en su primera y tercera temporada, ha sido elevado por gran parte de los analistas y aficionados a lo más alto, y como tal permanecerá en nuestra memoria.

Me quedo además con otro aspecto. A pesar de que alguna vez se sobrepasó en protestas o reproches (más con la sangre caliente en el terreno de juego que desde la sala de prensa), Guardiola ha desplegado un comportamiento ejemplar en cuanto a corrección, sensatez y reconocimiento hacia los demás. Su imagen pública ha sido la del modelo de lo que debe ser un deportista íntegro, con el respeto y la coherencia como ejes. Eso, viniendo de un hombre que lo ha ganado todo, es difícil de ver. Y como tal le honra.

El impacto de la noticia en el extranjero contribuye a que los españoles nos hagamos una mejor idea de la dimensión de la figura de Guardiola en este periodo. La pasión por nuestros colores puede nublar nuestra capacidad de análisis en ese sentido pero, pese a rivalidades futbolísticas, nadie puede negar, ni siquiera el madridista más recalcitrante, que su trabajo  ha marcado una época. De hecho, muchos de esos seguidores resoplan por lo bajinis agradeciendo que su bestia negra abandone el barco y sueñan con un nuevo ciclo de dictadura blanca.

El futuro inmediato de la institución pasa por Tito Vilanova, un hombre criado igualmente en la Masía y que ha acompañado al Pep desde que entrenaron al Barça B en Tercera División. Parece lógico pensar que el modelo potenciado y mantenido por Guardiola tendrá una continuidad natural en la figura de Vilanova. Las diferencias concretas deberán ser apreciadas con el tiempo.

Guardiola ha demostrado que no es obligatorio ser una veterano de los banquillos ni experto en la alta competición para dirigir a un club grande. Más allá de eso, se trata de ajustarse a la idiosincrasia de la institución, empaparse de su historia, conocer la plantilla y categorías inferiores, mantener un perfil conciliador y, a partir de esa base, dar los pasos oportunos para crecer. No es nada sencillo, pero los que éramos escépticos cuando se anunció su llegada al banquillo azulgrana nos damos cuenta ahora de que él era el hombre.

Queda por saber si será capaz de adaptarse a otro fútbol y otras filosofías en próximas etapas que, habrá que esperar aún para confirmarlo, emprenderá en el futuro.

domingo, 14 de agosto de 2011

Vuelve el fútbol


La temporada futbolera en España se abre hoy domingo con el partido de ida de la Supercopa. Por si no habíamos tenido suficiente empacho de clásicos durante abril y mayo, Madrid y Barça vuelven a verse las caras en lo que Mourinho ha denominado el "trofeo más importante del verano". No le falta razón al portugués. Y es que ganar la Supercopa al máximo rival siempre es un aliciente, y el que pierda ya llevará una losa durante la temporada. Pero es cierto que no deja de ser un título de pretemporada que al ganador satisface porque mete un trofeo más en la vitrina y el perdedor se consuela con aquella coletilla de "es un título menor".

Estos dos encuentros de Supercopa servirán para ver cómo llegan al inicio de la Liga los dos equipos llamados a repartirse de nuevo todos los torneos, en un monopolio apasionante para sus respectivas aficiones e insufrible para los seguidores de los 18 equipos restanes. A priori, parece que los blancos llegan con mejores sensaciones después de haber ganado todos sus encuentros de pretemporada. El único problema es que esos partidos se han ganado a equipos chinos de baja estofa y algún equipo americano que sufriría en la Segunda española. Resumiendo: imposible saber cómo jugará el Madrid contra un equipo de verdad, como es este Barcelona de Guardiola. Al parecer, los culés llegan flojos en lo físico, pero su juego será el de siempre, lo que significa que tendrán el balón y el Madrid se limitará  a verlos jugar. O no. Porque lo que muchos aficionados merengues esperan, es que Mou haya aprendido de sus errores y juegue al Barça de otra manera, menos defensiva y victimista y más alegre y ofensiva.

Será un buen día para ver a la nueva estrella azulgrana, Alexis Sánches, jugador que viene de triunfar en el Udinese y que ha sido uno de los culebrones del verano. Se han pagado 34 millones más 6 variables por objetivos por un chico que ya es el niño mimado de Guardiola. Dicen que tiene gol, desborde y velocidad. Que el ataque barcelonista mejorará mucho con él. Esta temporada lo descubriremos. Mientras tanto, Cesc hace las maletas rumbo a la Ciudad Condal para ser presentado mañana lunes. El hijo pródigo vueleve a casa, eso sí, después de desembolsar 40 millones de euros. Sin embargo, puede que el nuevo ídolo del Camp Nou ya esté en casa: se espera mucho de Thiago Alcántara.

El Madrid, ya bajo la batuta absoluta de Mou en todas las parcelas del club, se ha reforzado bien sin hacer grandes dispendios como en otras épocas. El fichaje más emocionante es el de Sahin, mediocentro alemán de origen turco que junto a Xabi Alonso deberá llevar la batuta del equipo. Por desgracia, hoy no podremos verlo debido a la lesión que se produjo en Estados Unidos durante la pretemporada. Mourinho espera tenerlo de vuelta para la segunda jornada.

Los que ya están listos son el joven Callejón y sobre todo, el que parece "el favorito del profe", Fabio Coentrao. Rápido, buen regateador y jugador de banda que puede jugar en varias posiciones, justo como quería el técnico portugués. ¿Y Messi y Cristiano? Me temo que estos dos van a acaparar de nuevo tantos titulares durante los próximos nueve meses, que mejor descansar de ellos por ahora. Lo importante es que vuelve el fútbol (si la huelga de los jugadores no lo impide), y aquí lo contaremos en Fuera de Campo.

Dani Medina







miércoles, 4 de mayo de 2011

Balance de Clásicos

Terminada ya la vuelta de las semifinales de Champions (1-1), donde el Barcelona ha conseguido el pase para la final de Wembley, es hora de hacer una valoración de estos cuatro tensos y polémicos partidos. En primer lugar hablaremos única y exclusivamente de fútbol, y terminaremos ahondando en lo extradeportivo; con denuncias, lloriqueos y suspuestas conspiraciones.



Como ya vaticinamos en Fuera de Campo, la cosa ha acabado con el Barça como "vencedor" de este playoff. Ponemos vencedor entrecomillado porque si exceptuamos la final de Copa, que ganó el Real Madrid, en los otros tres partidos el equipo de Guardiola ha hecho su juego de siempre y ha demostrado una clara superioridad ante los de Mourinho, para mí el gran derrotado de estos 20 días. Porque lo que ha propuesto Mou sobre el campo para parar a los azulgrana ha sido un juego mezquino, ultradefensivo, en ocasiones violento, impropio de un club como el Real Madrid.

Partido de Liga (1-1): Como ya escribí, era el partido en el que ambos se iban a medir de cara al resto de encuentros, sin duda más trascendentales. El Madrid salió al campo sabiéndose subcampeón, y el Barcelona sabía que sólo una hecatombe acabaría impidiéndoles a mediados de mayo llevarse el torneo de la regularidad. El planteamiento de los blancos fue el de echarse atrás e impedir que el Barcelona pudiera mover el balón con comodidad. Los de Mou, que sin duda tenía el 5-0 de noviembre detrás de la oreja, salieron a no recibir goles. Aguantaron bien, pero es imposible que un seguidor del Madrid pudiera estar satisfecho viendo como su equipo se dedicaba a correr detrás del balón, a no dar tres pases seguidos y a rifar el balón en cuanto lo tenían. El Barcelona estuvo poco acertado en la finalización, pero hizo su partido de siempre, ataque y posesión. Albiol fue expulsado por un penalti cometido sobre Villa, y los blancos que se soltaron un poco más con diez sobre el campo, consiguieron empatar gracias a un penalti de Alves, que por cierto fue bastante dudoso. La cosa acababa en tablas, aunque la celebración de algunos madridistas de este resultado parecía que el Madrid había ganado la Liga. Pero no, sólo quedaba claro que serían subcampeones.

Final de Copa (0-1); Campeón el Madrid: Todos los expertos decían que éste era el partido en el que el Madrid podía dar la campanada. Y la dio. Toda la mordiente y pasión que le faltaron en el partido de Liga, los tuvieron en Mestalla. La primera parte fue el partido perfecto para el Madrid. Jugaron a defenderse, sí, pero presionaron mucho más arriba, descolocaron a los jugadores azulgrana y con la velocidad de Cristiano y Di María, pusieron en serios aprietos a los de Guardiola. El Madrid perdonó en este primer período en el que pudo haberse ido con dos goles a favor, pero el Barcelona, pese a verse superado, supo aguantar las embestidas del rival.



El partido fue un tormento para el árbitro, Undiano Mallenco, al que futbolistas de ambos equipos rodeaban en cuanto se cometía una falta. Tensión propia de una final con dos rivales de semenjante categoría. Tras el descanso la película cambió radicalmente y el Barça se hizo amo y señor del partido, como de costumbre. Los madridistas se echaron atrás y fue incapaz de crear peligro robando el balón demasiado atrás. Cristiano, el hombre más adelantado del Madrid, estaba más solo que la una esperando que le llegara alguna de las piedras que sus compañeros enviaban arriba cuando recuperaban la pelota. A Pedro le anularon correctamente un gol en fuera de juego que hubera sido la pena de muerte para los merengues. Pero se llegó a la prórroga. Y aunque el Barcelona tenía la posesión, les faltaba físico y velocidad, que sí tenía el Madrid. Por eso, en una contra muy bien construida por Marcelo y Di María; éste último metió un centro para que Cristiano, (por fin demostrando que también da la cara en las grandes citas), rematara de cabeza y diera el gol que hacía que el Madrid levantara un título después de tres años. No se puede olvidar, no obstante, a Casillas, que fue probablemente el mejor de su equipo y salvo al Madrid en dos ocasiones cruciales. Fiesta en Cibeles y preparar la Champions.

Semifinales de la Champions (3-1 para el Barcelona): La madre de todas las polémicas. Los partidos donde se ha hablado más de conspiraciones y de árbitros que de fútbol. El partido de ida fue el detonante de todo esto. Y es que el Madrid salió con la mentalidad de no recibir goles y conformándose con el 0-0, lo que es vergonzoso en una semifinal de Champions, y más jugando en tu casa. Pepe, el hombre del trivote jugaba como siempre al límite amedrentando a los jugadores rivales. El Barcelona vio desde el inicio como le regalaban el balón y lo agradeció. Era cuestión de tiempo que encontraran el espacio y la juagada para hacer el gol. Y llegó, pero con mucha (demasiada) polémica. Pepe fue expulsado por una fea entrada a Alves. Vuendo las imágenes, se deduce que el árbitro se equivocó expulsando al portugués, que no llega a tocar a Alves, aunque sí merecía la amarilla por juego peligroso.

Aquí, la prueba.

Con diez en el equipo local es cierto que el partido se desequilibró y Messi aprovechó la ocasión para herir de muerte al Madrid en la eliminatoria. Ahora bien, ¿es el árbitro el culpable de este resultado? Sí y no. Sí, porque se equivoca expulsando a Pepe y condiciona el resto del encuentro. No, porque el Madrid no juagaba a nada y jamás buscó la victoria. Los goles del Barcelona pudieron haber llegado igual, aunque nunca lo sabremos.

En el partido de vuelta, celebrado ayer, el Barcelona certificó de manera justa su pase a la final. El Madrid, sin Pepe ni Ramos, salió a intentar morder desde el principio. Kaká e Higuaín fueron las grandes novedades en los blancos. Los de Guardiola salían con todo, e incluso Abidal tuvo minutos después de su operación donde se le extirpó un tumor en el hígado el pasado 17 de marzo.


Los blancos necesitaban dos goles para empatar la eliminatoria y demostraron que pese a la dificultad no iban a regalar el partido. Sí, atacaron más y presionaron más arriba los primeros minutos, pero poco a poco los culés volvieron a imponer sus condiciones. No obstante, la propuesta de Mou fue más ofensiva (no le quedaba otra). El Madrid jugaba contra el tiempo y el Barcelona sólo tenía que administrar bien el resultado favorable de la ida. Pedro, a pase de Iniesta, fulminó a Casillas y devolvió a la realidad a los madridistas, que consigueron el gol de la honra tras un disparo al palo de Di María, en el que Marcelo aprovechó el rechace para hacer el insuficiente empate. El árbitro vio fuera de juego en un gol que pudo ser legal de Higuaín, que no volvió a hacer nada en toda la noche, sin duda por su baja forma tras su lesión de espalda.


Pero con gol legal o no, mal hacen los futbolistas del Madrid en quejarse de los árbitros, cuando la realidad es que han jugado mucho peor que el rival, que han renuciado al balón de manera lamentable, que Casillas rifaba la pelota cada vez que tenía que sacar de puerta, y que los lloriqueos son indignos e impropios de ese club.

Conspiraciones, árbitros, quejar y denucias: Es patético ver lo que ha hecho Mourinho con el Madrid. Le ha inculcado una filosofía de quejas y de echar balones fuera cuando se pierde, más propia de un equipo pequeño que del denominado "mejor club del siglo XX". Como ya hemos dicho, la expulsión de Pepe fue injusta, y sobre eso se escudó el entrenador portugués para tapar sus propias miserias. Y es que es inaudito que en el Bernabéu se aplauda y se jalee el juego ultradefensivo y paupérrimo del Madrid. En ese estadio la afición siempre se ha jactado de su exquisitez futbolística, pero con la llega del Rey Mou, parece que todo está permitido, incluso regalar la pelota y defenderse a la italiana. Esto a Pellegrini ni prensa (¿qué hubiese escrito Inda con semejante planteamiento el año pasado?), ni aficionados, ni su máximo detractor, Florentino Pérez hubieran tolerado.

Pero Mou no se distingue por el juego excelso y el trato exquisito al balón, así que cuando se le ficha, es lo que hay. Lo vergonzoso es que Florentino Pérez, presidente del Madrid y exponente del señorío tolera que su entrenador llore en sala de prensa, que insulte a la UEFA (por lo que será fuertemente sancionado), que ningunee al Barcelona que le ha pasado por encima en estas semifinales, y que desprestigie los títulos ganados por Guardiola en otras temporadas. Si de verdad alguien se cree semejantes chorradas, sea del equipo que sea, sencillamente no sabe de fútbol. Los árbitro se equivocan, a veces te dan y otras te quitan. Sí, es una pena que se expulsara a Pepe, pero eso no puede tapar qauién ha jugado mejor y quién merece estar en Wembley. Mou ha conseguido que Madrid y Barça rompan relaciones, que se denucien entre sí, y sobre todo, está consiguiendo que el Real Madrid esté bajo su yugo dictatorial. El Madrid hace el ridículo y parece que muy pocos lo ven. Si el presidente lo tolera, entonces es cómplice de esto.

Felicidades al Barça por la Liga y el pase a la final de Wembley, ambas cosas conseguidas de manera lícita, igual de lícito que la Copa del Rey conseguida por el Madrid. Menos lloros y más fútbol.

Dani Medina

jueves, 14 de abril de 2011

Empacho de Clásico


Tras haber pasado con nota los cuartos de final; Madrid y Barcelona se verán las caras en las semifinales de la Champions League. El problema es que en 21 días deberán enfrentarse cuatro veces, en los que prometen ser los partidos más tensos de los últimos años. Muchos pensarán, y no les faltará razón, en que los que son posiblemente los dos mejores equipos del mundo, debieran haberse encontrado en la final de Wembley. Pero el sorteo sale como sale y uno de los dos deberá apearse antes de tiempo de esta Copa de Europa.

Aficionados del fútbol, periodistas y televisiones se frotan las manos ante el espectáculo que vamos a vivir a partir de este mismo sábado. No obstante, cabría preguntarse si jugadores, entrenadores y directivos de ambos clubes piensan igual. Y es que lo bonito que puede ser pelearse con el eterno rival por una Copa del Rey, por dejar las cosas aún más claras en la Liga, y por un billete para Londres; puede dejar a uno de los dos muy tocado.

A priori, el Barcelona parte como favorito. Pese a que el Madrid está en un gran momento de forma, los culés siguen a un nivel estratosférico y fieles a su estilo de juego. El único precedente, el del pasado 29 de noviembre en el Camp Nou, no deja muy tranquilos a los blancos. Pero ya sabemos que el fútbol no es matemático y que nunca se sabe. Mourinho ha hecho un equipo a su medida, que cada vez juega mejor y al que es muy difícil hacerle gol. Ambos tienen a los dos mejore jugadores del mundo. El Barça tiene a Messi, que nunca falla, que lleva ya el récord de goles en una temporada con su equipo (48), y que baila a los defensas como si fueran conos de entrenamiento. Sencillamente, es el mejor.

Cristiano Ronaldo, que también está haciendo una gran temporada, tiene ante sí el reto de demostrar que aparece en los partidos grandes, contra equipos de categoría. Estos cuatro partidos van a ser determinantes para el luso, ya que una mala actuación puede hacer que se le empiece a mirar con recelo. No estaría de más que jugara más con sus compañeros y que redujera el número de disparos a ninguna parte que acumula a lo largo del año.

Como estos encuentros tiene cada uno su propia idiosincrasia, vamos a analizarlos uno por uno y por separado:

Liga, sábado 16 de abril: El de este sábado abre la veda de los Clásicos. Sin duda, este es el partido más intrascendente de los cuatro. Y es que tras dejarse tres puntos contra el Sporting en el Bernabéu, el Madrid le regaló la Liga al Barcelona. Los 8 puntos de distancia parecen insalvables y esto es algo que por mucho que lo nieguen, lo saben tanto Mourinho como Guardiola. Además, el calendario de los culés (Osasuna, Real Sociedad, Espanyol, Levante, Deportivo y Málaga); no parece muy propicio como para que el Madrid pueda soñar con recortar puntos.

Por contra, los blancos lo tienen bastante más crudo (Valencia, Zaragoza, Sevilla, Getafe, Villarreal y Almería); y raro será que no se dejen algún punto por el camino. El de este sábado será un buen partido para que ciertos suplentes tengan más protagonismo. Si hay algo que puede ser crucial en este encuentro, es el factor psicológico. Es decir, el que gane puede salir muy reforzado para el resto de choques, y el que pierda puede acabar con la moral por los suelos. Claro que el empate lo dejaría todo igual. Pronóstico: Empate.

Final de Copa, miércoles 20 de abril: El partido a cara o cruz y donde todo puede pasar. Si hay un encuentro para que el Madrid meta en apuros al Barcelona es éste. Mou sabe manejar este tipo de ambientes a vida o muerte. Además, la presión será brutal para ambos y quizá los merengues sepan jugar mejor en este tipo de partidos. Al Madrid le conviene hacer un fútbol que incomode a los de Guardiola, que no tengan muchos espacios y que no puedan tocar el balón como acostumbran. Es previsible que Guardiola, descontando a Puyol y Abidal, ambos convalecientes; saque su once de gala, y jamás renunciará a su estilo. Mou sin embargo tiene varias alternativas. Lo más probable, y todo el mundo parece estar de acuerdo, es que el luso saldrá de inicio con el famoso trivote, Xabi Alonso, Khedira y posiblemente Lass. Este es el sistema que Mou quiso sacar en el Camp Nou, y con el que más cómodo se siente ante equipos de toque como el Barça.

Si los de Pep mueven el balón como acostumbran el Madrid ni lo olerá, así que los blancos tendrán que aprovechar sus contragolpes y su velocidad. Por supuesto, los azulgrana son ligeramente favoritos, 60% de posibilidades de levantar el primer título del año. No obstante, el Madrid saldrá con sangre en el ojo, sabiéndose que puede ser lo único que celebrar esta temporada, y eso es un factor muy importante. Pronóstico: Gana el Madrid.

Semifinales de Champions, 27 de abril/3-4 de mayo: Como decíamos, la final anticipada. La Décima frente a la Cuarta. Sin duda, el Barcelona, en una eliminatoria a 180 minutos, tiene las de ganar. Porque entre otras cosas, el Camp Nou, con permiso del Hércules, es inexpugnable. Por eso, la única posibilidad de los madridistas pasa por hacer un buen partido en la ida, que es en el Bernabéu, y rezar por no recibir un gol en contra para poder ir a la vuelta a aguantar el chaparrón. Si los culés "mojan" en Chamartín, cosa probable, lo tendrán muy encaminado para irse a Londres. A falta de dos semana, es difícil saber cómo se plantearán estos partidos, entre otra cosas, porque la final de Copa puede ser determinante en lo anímico. Pronóstico: Pasa el Barcelona.

¿Y si uno de los dos pierde los cuatro encuentros? Bueno, en el Barcelona sería un palo duro, pero la imagen del equipo y de Pep, a pesar de la decepción, seguiría intacta. Ni afición, ni directiva los pondrán en duda. Ni cambiará la filosofía del club, ni rodarían cabezas. Muy distinto sería si esto pasa en la Casa Blanca. Mourinho vería su imagen muy desgastada. Los medios empezarían a poner en duda su calidad, y se empezaría a cuestionar su continuidad en el Real Madrid. Por extensión, la presión haría que Florentino se planteara el relevo en el banquilo ante semejante fracaso, sabiendo que su propia figura saldría muy perjudicada. Quizá no hará otra "espantá", pero muchos aficionados empezarán a cuestionar si el proyecto de Florentino es el adecuado para este club. Es decir, que como siempre, la fina línea entre la victoria y la derrota va a dirimir en estos 21 días el devenir de dos clubes en 9 meses de competición. Apasionante.

Dani Medina

miércoles, 9 de marzo de 2011

Wenger, el rey desnudo

Damos la bienvendia en Fuera de campo a un nuevo colaborador, Gustavo Hernández. Periodista deportivo, amante del fútbol como pocos, hincha del Athletic y apasionado del cine.

Es increíble la capacidad que tiene este Barça de Guardiola de, además de desarrollar el mejor fútbol del planeta, de batir todos los récords, de conseguir títulos por doquier y de asombrar incluso a los ayatolás del madridismo más recalcitrantes, es capaz de desvanecer y poner en evidencia mitos, que hasta la fecha parecían inquebrantables, casi axiomas aceptados por todos.

Este es el caso del siempre loado y tan cacareado técnico del Arsenal, Arsene Wenger, ese tipo francés, supuesto paradigma de la elegancia, tanto en su idea del fútbol, como en su modo de llevarlo a cabo, así como en su manera de actuar fuera de los banquillos. Pues bien, esto que hasta anoche era algo que cualquier aficionado aceptaba sin más, quedó desbaratado tras un partido en el que el avasallante Barcelona destapó las vergüenzas de un entrenador que lleva más de una década engañando a la opinión pública, así como a los profesionales de la información deportiva, comentaristas y opinólogos en general.

El primer mito que rodea al entrenador del Arsenal y que se vino abajó ayer en el Camp Nou, fue el de que este señor de Estrasburgo entiende esto del balompié como un juego en el que el ataque es la mejor defensa, y en el que el buen trato al balón y la búsqueda constante del gol son el camino más corto para la victoria. Para sorpresa de muchos ‘wengerfilos’, el cuadro londinense apareció ayer como un equipo de segunda fila que ingresaba en el coliseo blaugrana como lo hacían los cristianos en el circo romano, es decir, con la intención de esperar un milagro que les hiciera salir vivos de allí.

El planteamiento del bueno de Arsene, lejos de acreditarle como un amante del fútbol total, dejó a las claras que se trata de un entrenador como cualquier otro, que se caga en el Nou Camp esperando que una epidemia en el vestuario del Barça antes del partido, le libre de los Iniesta, Messi, Pedro, Xavi, Villa etc..; para así tener alguna posibilidad. Si muchos pensaban que Wenger podría ser el espejo en el que se mirarse Pep, el partido ante el Barcelona concluyó con la sensación de que el preparador ‘gunner’ fue una mala copia de Mourinho. El Arsenal quiso copiar el planteamiento ultradefensivo conocido como ‘airbus’, que tan buenos réditos dio al portugués en las semifinales del año pasado.

Por arte de magia, el paladín del buen gusto y la delicatessen balompédica, quedaba reducido a la hora de la verdad, a un burdo imitador del provocador ‘Mou’, conocido como es sabido por su elegancia y su aversión al fútbol rácano y barriobajero. La confirmación de que Mourinho es realmente el verdadero referente de Wenger la obtuvimos en rueda de prensa, cuando clamó contra el árbitro por la expulsión de Van Persie al más puro estilo del ‘special one’, es decir, queriendo tapar el Sol de la abrumadora superioridad barcelonista, con el dedo de una expulsión tan rigurosa como justa. Esa forma de ponerse la venda en los ojos para no ver lo minúsculo que había resultado su equipo en 170 de los 180 minutos de esta eliminatoria recordó a cualquiera de los ‘greatest heats’ del técnico de Setúbal. La respuesta de Guardiola no pudo ser un ejemplo más palmario de sinceridad, como el médico que le comunica a un paciente su enfermedad: “El Arsenal no ha dado tres pases seguidos”, declaró el de Sant Pedor. Además no tiro a puerta en todo el partido, añado yo.

Ayer Wenger quedó retratado sin duda como lo que es, un entrenador inflado por los medios de comunicación, un producto de marketing, que en su día enamoró al mismísimo Florentino Pérez con su aire de elegante intelectual parisino, eso sí, con menos Copas de Europa, que el denostado Vicente del Bosque, algo más calvo y gordo. Sin duda ayer en Barcelona todos pudimos ver que como en el cuento, el rey estaba desnudo. Wenger se despojó (o mas bien le despojaron), de ese halo invisible de misticismo que casi le convertía en un gurú de un deporte, cuyo propósito al fin y al cabo es marcar más goles que el rival para levantar copas a final de año, algo que no consigue su equipo desde hace ya seis temporadas. Los fríos datos y su actitud en los momentos clave tumban la imagen de este técnico que debería dedicarse a dirigir la cantera de algún club, descubriendo talentos, que otros entrenadores con más arrojo y sapiencia sepan convertir en campeones y no en eternos aspirantes a todo, ganadores de nada, pero eso sí, eternamente aplaudidos.

Gustavo Hernández (Colaborador)